Dioses

Temerosos de lo desconocido, hemos creado religiones y poblado el cosmos con dioses que nos guían en nuestro viaje por la vida y el más allá. Cada cultura tiene sus propios símbolos, relatos de la creación e historias de los antepasados, elementos que constituyen sus raíces y refuerzan su sentido de identidad.

Desde la antigüedad, las diversas culturas han concebido dioses para representar diferentes conceptos, como Eros, el dios Griego del amor. Asimismo, todas las culturas tienen personajes mitológicos simbólicos, entre ellos héroes y tricksters, presentes en los relatos sobre la creación. La adivinación (el intento de ver el pasado y el futuro) ha sido practicada durante milenios y ha usado desde las bolas de cristal hasta la astrología. A lo largo de los siglos, unos pocos sistemas de creencias se han extendido más allá de su lugar de origen para convertirse en algunos casos, en religiones mundiales. El Hinduismo es una religión desarrollada a partir de la amalgama de varias creencia, pero casi todas las grandes religiones tienen un fundador, un profeta o maestro (como buda, Cristo, Mahoma o el Grú Nanak Dev del sijismo) que reveló la doctrina y cuyas enseñanzas fueron luego recogidas en un texto sagrado.

En algunas culturas, el sistema de creencias y símbolos se han desarrollado en un aislamiento que puede hacerlo confuso para el extraño; el tiempo del Sueño de los aborígenes australianos o la simbología de algunos grupos de nativos norteamericano son ejemplos de ello. Pero, a pesar de las diferencias de creencias, rituales y tradiciones, todas las culturas muestran la misma preocupación por la vida, la muerte y el más allá.

En muchas sociedades, como la china, el culto a los antepasados tiene una gran relevancia social. Al morir, la persona se une a los ancestros, los cuales velan por sus descendientes y son honrados por ellos, y cuyo espíritu está presente en las ceremonias, batallas y festividades. Su presencia es evidente en la vida diaria a través de sus imágenes y símbolos tallados en armas y viviendas, y así continúan de algún modo presentes en la sociedad.

En algunas culturas la influencia de los espíritus sigue siendo poderosa a pesar de las creencias religiosas oficiales. Se creen que habitan montañas, árboles, aguas, rocas y campos, y que para mantener la armonía deben ser apaciguados con ofrendas; incluso los hogares tienen sus propios espíritus domésticos. La realización de ofrendas simbólicas a los espíritus surge del mismo instinto que lleva a realizar sacrificios rituales para complacer a los dioses.

Cada cultura tiene sus mediadores: sacerdotes o chamanes que, gracias a su elevada conciencia espiritual, se comunican con los dioses y espíritus, a menudo a través de símbolos. Algunos, como los curas católicos, dirigen los ritos y enseñan la palabra de Dios; otros, como los chamanes, se comunican con los espíritus y usan poderes “mágicos”. La mayoría de ellos trabaja por el bien de la comunidad, pero algunos practican la magia negra y apelan al terror de sus seguidores. Estos mediadores suelen ser respetados, pues todos los pueblos siguen sintiendo la necesidad de contar con unos intermediarios entre ellos y la divinidad, con alguien que asuma el liderazgo espiritual de la comunidad.

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