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Bandera del Principado de Asturias

AsturiasLa bandera del Principado de Asturias es la tradicional, rectangular con la Cruz de la Victoria en amarillo sobre fondo azul, según se establece en el Estatuto de Autonomía del Principado de Asturias, en su artículo 3.1. De los brazos de la cruz cuelgan las letras griegas alfa mayúscula y omega minúscula, que significan el principio y el fin (la infinita extensión de Dios). La letra omega es minúscula y no mayúscula, porque así se encuentra en las ilustraciones más antiguas que se conocen, como las pinturas de San Julián de los Prados.

El eje vertical de la Cruz de la Victoria está a una distancia de la vaina de media anchura de la bandera. En su forma de gala o respeto, la bandera se confecciona con tafetán de seda con la Cruz de la Victoria de oro y piedras preciosas, mientras que en los demás casos se hace con tejido fuerte de lanilla o fibra sintética, llevando la Cruz de la Victoria estampada o sobrepuesta. En la versión de la bandera «para uso distinto de su colocación en mástil», la Cruz de la Victoria se sitúa en el centro.

En la Ley 4/1990, de 19 de diciembre se desarrolla la legislación relativa al uso de la bandera, así como sus dimensiones oficiales, lugar de colocación en ceremonias públicas, colores, etc.

Algunos sectores políticos utilizan la denominación de «Asturina» para referirse a ella. El origen del término está en el empleado por Conceyu Bable y el asturianismo político (el primer partido que la usó fue el Conceyu Nacionalista Astur) para referirse a la bandera asturiana en los años 1970.

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Escudo de Asturias

asturiasEl escudo del Principado de Asturias es rectangular, cuadrilongo y con los extremos del lado inferior redondeados y una punta o ángulo saliente en el centro de dicho lado, con la proporción de seis de alto por cinco de ancho y trae sobre campo de azur la Cruz de la Victoria, de oro, guarnecida de piedras preciosas de su natural color, y las letras alpha mayúscula y omega minúscula, también de oro, pendientes de sus brazos diestro y siniestro, respectivamente; y en sendas líneas, con letras de oro, la leyenda «HOC SIGNO TVETVR PIVS – HOC SIGNO VINCITVR INIMICVS» («Con este emblema se defiende al piadoso – Con este emblema se vence al enemigo») la primera al flanco diestro y la segunda al flanco siniestro. Al timbre, corona real, cerrada, que es un círculo de oro, engastado de piedras preciosas compuesto de ocho florones de hojas de acanto, visibles cinco, interpoladas de perlas, y de cuyas hojas salen sendas diademas sumadas de perlas que convergen en un mundo de azur o azul, con el semimeridiano y el ecuador de oro, sumado de cruz de oro. La corona forrada de gules.

El escudo del Principado de Asturias fue adoptado el 27 de abril de 1984, basado en el que la Diputación Provincial de Oviedo adoptó en el año 1857.

En la época del Reino de Asturias (718-925) la heráldica no había nacido aún y por lo tanto no es apropiado hablar de escudos propiamente dichos, aunque sí pueden verse bastantes dibujos y tallas en los ejemplos del Prerrománico asturiano de cruces acompañadas de las letras alfa y omega. La Foncalada de Oviedo muestra una cruz similar a la Cruz de la Victoria junto a las inscripciones de «HOC SIGN O TVETVR PIVS, HOC SIGNO VI (NCITVR, INIMICVS) – (SIGNVM SALVTIS PO) NE DOMINE IN FONTE (ISTA VT NON PERMITAS) INTROIRE ANGELVM PERCV (TIENTEM)» («Con este emblema se defiende al piadoso, con este emblema se vence al enemigo – Señor, pon el emblema de la salvación en esta fuente para que no permitas entrar al ángel golpeador»). Sin embargo no sería hasta finales del siglo XVIII cuando tendría lugar el estudio de Jovellanos que identificando la Cruz de la Victoria como el elemento que mejor podría verse como un símbolo representativo de Asturias, daría lugar más tarde al nacimiento del escudo heráldico del que dispone el Principado de Asturias en la actualidad.

El antecedente historiográfico más directo sobre el escudo de Asturias es debido a Gaspar Melchor de Jovellanos quien publicó un estudio sobre el escudo de Asturias por encargo del Francisco Bernaldo de Quirós, marqués de Campo sagrado, con el fin de adoptar un emblema para el Regimiento de Nobles Asturianos que combatió durante la Guerra de la Independencia. En este estudio Jovellanos recapitulaba la historia de los diferentes blasones que se atribuyeron al Principado por diferentes autores y realizó una propuesta que a la postre sería determinante para su difusión en el tiempo y posterior adopción oficial.

Jovellanos tampoco encontró evidencias para considerar fiable un posterior blasón, en el que se cuartelaban las armas de los reinos de Castilla y de León (Asturias formaba parte de éste último), con las del vecino Reino de Galicia. Estas armas fueron difundidas hasta el siglo XVIII en diferentes obras impresas, fundamentalmente de carácter cartográfico y llegó a reproducirse en la L’Encyclopédie de Denis Diderot. Se ha comprobado que durante el siglo XV un heraldo que utilizaba el título de «Asturias» empleaba este escudo en su tabardo. El heraldista Vicente Castañeda consideró que se trataba de las armas del Príncipe de Asturias pero hasta la fecha, como demostró Jovellanos, no ha sido hallada ninguna prueba que documente que este escudo llegó a tener en algún momento carácter oficial como emblema asturiano o del heredero.

Jovellanos recopilaba igualmente los blasones descritos en la obra de Lázaro Díaz del Valle, uno de los cuales tomaba la Cruz de los Ángeles, reliquia custodiada en la Catedral de Oviedo, como figura de las armas del Principado en campo de gules, un emblema que ya figuraba en las armas del Concejo de Oviedo. Jovellanos coincidía con las conclusiones de un segundo cronista sobre que en el escudo asturiano debía figurar la Cruz de la Victoria al tratarse de la «divisa del Principado» y haber sido utilizada como insignia por monarcas asturianos y leoneses.

Jovellanos defendió la adopción de un escudo con la Cruz de la Victoria argumentando que, con la creación del Reino de León, ésta se había convertido en un símbolo propio de Asturias y recordando que los blasones aunque aparecieron durante el siglo XII, la heráldica de reinos y provincias poseía símbolos con antecedentes pre-heráldicos.

Jovellanos propuso dos alternativas cromáticas: una con la cruz de plata y letras de oro sobre fondo azul, y otra con la cruz de oro sobre fondo «colorado» como el descrito por Díaz del Valle, siendo el fondo azul el que terminaría por imponerse.

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Fuentes:


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