Desprecio
Dicen que el mayor desprecio es no hacer aprecio, y posiblemente sea verdad.
A lo largo de la vida nos vamos cruzando con personas a las que de una manera u otra quedamos unidos con más o menos apego. Conocidos, amigos, parejas… y una larga lista de palabras que utilizamos para clasificarlas.
Unas pasan sin pena ni gloria, de algunas nos acordamos de vez en cuando pero hay personas que consiguen marcar puntos de inflexión en nosotros como si de tatuajes en nuestra piel se trataran. Personas de las que no conseguimos olvidarnos, personas que por mucho que lo intentemos nunca desaparecen de nuestra cabeza y a las que tenemos en nuestra mente día a día y sobre todo… noche a noche.
Esas personas, por lo general nos despreciaron alguna vez en nuestra vida o lo siguen haciendo. En algunas ocasiones porque no te consideraron digno o quien sabe… posiblemente porque el miedo no les dejó seguir hacia delante con aquello que supuestamente querían. Personas que pasan su vida lamentándose de “lo que pudo ser y no fue”. Personas que se adaptan a todo lo que les llega simplemente para no sentirse culpables de nada, para así poder justificar las cosas que hacen y no tener remordimientos por los cadáveres dejados en su camino.
Yo soy uno de esos cadáveres y puedo dar fe de que el mayor desprecio que he sentido en mi vida es la falta de aprecio. He sentido esa humillación que siente la persona olvidada. He sido testigo de excepción de un adiós sin despedida, sin una explicación, sin un por qué y lo peor de todo es que no es la primera vez y posiblemente no será la última.
Esperar puede llegar a ser algo desesperante pero a todo llegas a acostumbrarte, o por lo menos eso dicen algunas personas. Yo nunca he estado de acuerdo con eso de que “a todo te acostumbras” pero sin embargo espero y espero sin hallar una respuesta. Simplemente espero.
De hecho… es lo único que hago día a día y sobre todo… noche a noche.
Blog, Pensamientos que nunca debieron salir de mi cabeza.