Itzamná

Itzamná – Dios de la Sabiduría

ItzamnaItzamná. La inspiración es necesaria para que ahondemos de forma natural y espontánea en el significado de las cosas, mas cuando combinamos la inspiración y la imaginación, podemos ir más allá de la mera apariencia de la imagen que se refleja en la pantalla de nuestra mente para recibir la enseñanza que se halla escondida en la imagen en sí misma. He ahí el detalle de porqué el conocimiento de la Gnosis es esotérico, oculto, escondido: porque está un poco más profundo de lo que se percibe a simple vista y de lo que perciben los sentidos.

Entre los Mayas, Itzamná es el Dios de la Sabiduría, el inventor de las ciencias y los conocimientos, representación viva de nuestro Padre que está en Secreto. Mas en forma alguna implicamos que Itzamná sea el inventor la sabiduría que sirve al intelecto, de la sabiduría de los libros o de la ciencia como la conocemos en su forma convencional con sus científicos, sus instrumentos y sus laboratorios.

Itzamná como Padre de la Sabiduría nos viene a hablar de trabajo, de sacrificio, del camino del Hombre Verdadero y de la sabiduría que alcanzamos cuando somos capaces de abrirnos a lo nuevo; cuando comenzamos a vivir la vida con el propósito de vivir la experiencia de la experiencia y no vivir la vida en forma mecánica como una meta en sí misma.

Itzamná es dios del cielo, la noche y el día; se le considera espíritu universal de vida que anima al Caos para que haya creación.

El camino del hombre verdadero se abre ante cada uno de nosotros cuando reconocemos la diversidad de nuestra propia psicología, cuando al fin aceptamos que entre nuestra mente vivimos en contradicciones constantes y entre deseos y emociones que compiten unos y otros; emociones que se manifiestan hoy como amor y mañana como rencor y resentimiento, ahora como tolerancia y paciencia y más tarde como coraje y odio. Aprendemos sobre el sacrificio cuando reconocemos y aceptamos nuestra falta de felicidad, el sufrimiento en el que vivimos y cuando nos decidimos a encaminarnos por el camino del Recto Obrar, del Recto Pensar y Recto Sentir; aquel camino de la Muerte Mística que nos lleva al nacimiento segundo del que habló el Gran Maestro Jesús a Nicodemo y del esfuerzo que requiere todo Sacrificio por la Humanidad.

Contemplar a Itzamná es contemplar todo un tratado de enseñanza oculta relacionado con el auto-sacrificio, con el camino vertical, con la enseñanza del Árbol de la Vida.

Las tres fuerzas de la creación: Padre, Hijo y Espíritu Santo; el Santo Afirmar, el Santo Negar y el Santo Conciliar, se muestran en su cabeza a modo de círculos a diestra y siniestra emanando de la pieza en sí misma, así como la banda en la cabeza lleva el glifo “Akbal” que significa interior, oscuridad, es también el tercer día de los 20 signos del calendario maya, asociado al jaguar, así como al oeste y al color negro.

Sus manos en forma de recipientes indican la necesidad de trabajar con la energía creadora, mezclar sabiamente esas aguas interiores, logrando así una transformación radical de sí mismo.

Los aretes que adornan sus orejas nos indican la necesidad de saber escuchar, de poner atención a la Sabiduría. Resulta imprescindible que reflexionemos en el esfuerzo que se requiere para poder escuchar la voz de la consciencia, aquella que todos podemos dar fe de haber escuchado; voz que nos guía pero que de forma mediata o inmediata tendemos a callar cuando nos dejamos llevar por nuestros miedos, por nuestro amor propio, nuestras justificaciones, nuestras disculpas, lujurias, odios, codicias, etc.

El brazo derecho indica a Chesed (el Intimo o Ser) y el brazo IZQUIERDO A Geburah (alma divina). Refiriéndonos al Arbol de la vida, todo está muy bien orientado con la kábala hebrea. Geburah es la Ley. El cinturón nos señala que hay que trabajar mucho, dominar las bajas pasiones, los instintos inferiores para empuñar el cetro de mando.

El pectoral muy bien realizado en la zona de Tiphereth (alma humana), ubicado en el centro del pecho, nos habla de los poderes, de las facultades del alma plenamente desarrollada en base a esfuerzos sobre humanos y sacrificios conscientes.

Los mayas conocieron a fondo los misterios esotéricos, cada escultura por sí misma lo está indicando.

Por último vemos sus pies perfectamente alineados como símbolo de la rectitud en el caminar por la vida, en el camino del filo de la navaja, el camino del TAO; mostrando que no hay ni distracción, ni desviación, que no hay identificación, ni fascinación con las circunstancias, que es un camino para aquellos capaces de mantener la disciplina. Sus pies aparecen adornados como un reflejo de la belleza que resulta del trabajo en el camino de la iniciación.

Nosotros entramos en el camino de la iniciación cuando aprendemos a aceptar en gratitud las adversidades de la vida, cuando anteponemos nuestra consciencia ante las tentaciones, cuando ejercitamos la fuerza de la voluntad y nos dedicamos a vivir de momento en momento, en auto-observación diaria, con el propósito de comprender nuestros propios aspectos indeseables. Sólo la comprensión permite la eliminación de tales aspectos porque tal comprensión nos lleva a las puertas de la muerte mística, de la muerte del mí mismo.

Itzamná nos muestra los requisitos del camino iniciático. Morir en sí mismos para que a través de la muerte volvamos a nacer, y mientras tanto, llevemos a cada uno la Luz de la Enseñanza, de tal manera que demostremos con acciones el Cuarto Camino, el camino del Hombre Equilibrado, para que entremos triunfales en nuestro regreso al Edén a través de la una y única puerta.

Que todos los seres sean felices.

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Fuente:

sabiduria del ser

http://www.samaelgnosis.net/

Ricardo Santana Laracuente. Instructor de Phoenix, Arizona, E.U.

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