Pensamientos

El conjuro de Azaham

El conjuro de Azaham


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Azaham

Cuenta la leyenda que hace muchos años existió un hechicero llamado “Azaham” que pasó su vida buscando el secreto de la inmortalidad, la cual no consiguió porque no poseía un alma digna de tal merecimiento.

Tras invocar y vender su alma al Diablo, le fue entregado un conjuro mágico que hacía que se realizaran los sueños de las personas, pero fue castigado a no poder usarlo en su favor por su orgullo y arrogancia y condenado a errar por el tiempo en busca de “almas dignas”, las cuales le entregarían el último año de su vida como pago por la realización de dos de esos sueños. Así iría prorrogando su vida año a año hasta el final de los tiempos y si no conseguía adquirirlas… moriría.

Se le impusieron varias normas de obligado cumplimiento que deberían ser seguidas al pie de la letra.

  1. Las almas han de llegar voluntariamente.
  2. Se les ha de informar y han de aceptar el pacto con anterioridad.
  3. Se ha de sellar por escrito el pacto con la sangre de la persona que quiera realizar sus sueños. Cada sueño en un pliego diferente que una vez escritos han de ser quemados y sus cenizas entregadas al hechicero como garantía del pago a realizar.
  4. El cumplimiento de los sueños pactados debe realizarse antes de recibir el pago y un año antes de su muerte.
  5. El primer día del último año de vida se comprobará si esos dos sueños fueron realmente cumplidos y si así fuere… la persona le entregaría su aliento entrando en un estado catatónico durante los trescientos sesenta y cuatro días restantes hasta el día de su muerte y “ese aliento de vida” pasará a ser propiedad de Azaham durante ese período, lo que le permitirá seguir viviendo.
  6. Una vez concluido el año, el alma le será devuelta a la persona en su lecho de muerte, en el último aliento para que pueda descansar en paz.

Una tarde cualquiera…

Era una tarde de noviembre, cuando harto de su vida decidió dar un paso adelante ahí donde casi todo el mundo dice que no se debe buscar.

El problema era que no sabía cómo hacerlo, lo que le llevó a adentrarse por internet en páginas de ocultismo hasta que llegó a una que hablaba sobre la historia de un hechicero llamado “Azaham”.

Según el texto de la web, que aseguraba que era real, Azaham todavía vivía a pesar de su larga edad, la cual no era conocida por nadie salvo él y aseguraba que poseía el poder de realizar los sueños mediante un conjuro.

Tras el texto estaba la típica caja de comentarios de cualquier blog para que todos aquellos que quisieran cumplir sus sueños… le contaran su historia y en la que se decía que si eran dignos… Azaham se pondría en contacto con ellos. El texto realmente decía lo siguiente:

“Cuéntame tu historia… dime qué dos sueños quieres cumplir (solo dos) y si tu alma es digna…

¡Te daré el poder para realizarlos!”

—No tengo nada que perder —se dijo y escribió en la caja de comentarios con la esperanza de obtener una respuesta rápida. Cosa que no ocurrió.

Como decía la web, posiblemente era porque su alma no era digna o lo más probable de todo… no era más que otra fantasmada de las muchas que existen en internet y poco a poco se olvidó de aquel comentario.

El contacto

Pasó algún tiempo, ya ni siquiera se acordaba de aquello cuando una noche, mientras pasaba sus horas de insomnio frente a la pantalla del ordenador, de repente le llegó un mensaje que decía:

“Soy Azaham… si quieres hablar conmigo estoy a tu disposición”

Se quedó perplejo durante un rato mirando la pantalla. Lo primero que pensó es que se trataba de una broma o de alguien que quería que volviera a su web para venderle algo, que solo se trataba de otro de los muchos anuncios que existen en la red pero le pudo la curiosidad y accedió al enlace.

La pantalla se quedó totalmente negra y el ordenador se bloqueó. Él se quedó con cara de tonto pensando que había caído en la trampa de un “hacker” diciendo…

— ¡Pero cómo he podido ser tan tonto!

Intentó una y otra vez desbloquearlo pero todos sus intentos fueron en vano. La pantalla seguía en negro y entonces decidió desconectar el cable de la luz para así volver a encender el ordenador y una vez hecho, la computadora volvió a reiniciarse normalmente.

Al cabo de un rato volvió a salir otro mensaje…

“Soy Azaham…”

— ¡Joder!, me han colado un virus —se decía.

— No soy un virus, soy Azaham. Tú me llamaste —salió reflejado en la pantalla.

— ¿Me puedes escuchar? —preguntó asustado.

— Sí, y te veo… —contestó.

— ¿Pero cómo?, si no tengo cámara ni micrófono —volvió a preguntar.

— ¿Quieres cumplir tus sueños? — leyó en la pantalla.

Asustado, apagó el ordenador y desconectó los cables de la luz. Alguien le estaba gastando una broma pesada y se estaba riendo de él, pensó mientras se acostaba con la esperanza de dormirse lo antes posible y que al despertar todo hubiera sido nada más que una pesadilla.

A la mañana siguiente, al despertar, lo primero que hizo fue ir a ver el ordenador y aterrado se dio cuenta de que volvía a estar encendido otra vez con el mismo mensaje en la pantalla. Y lo peor de todo… los cables seguían desconectados.

— ¡No puede ser! —se decía temblando— ¡me he vuelto loco!

Cada vez que intentaba usar la computadora, ésta se volvía a bloquear una y otra vez y salía el mensaje. Entonces fue cuando decidió seguir el juego…

Se sentó delante de la pantalla y dijo:

— ¿Qué es lo que quieres de mí?

— Fuiste tú quien se puso en contacto conmigo—le contestó.

— ¿Puedo verte yo a ti? —le preguntó.

— ¡Claro!

— Pero… ¿cómo?

— Tan solo tienes que contestar a una pregunta —salió sobreimpreso en la pantalla— ¿quieres de verdad cumplir tus dos sueños?

— ¡Sí quiero! —contestó rápidamente.

— Muy bien… entonces en unos días te enviaré el contrato con las condiciones. Si lo aceptas… ¡me verás!

De repente, el ordenador se desbloqueó como si nada hubiera pasado y la pantalla volvió a funcionar normalmente.

El contrato

Pasaron días… semanas y no volvía ningún mensaje a la pantalla del ordenador. Llegó a pensar que todo se había terminado e incluso que todo había sido producto de su imaginación por la falta de sueño pero pasados treinta y tres días… el ordenador se volvió a bloquear. La pantalla se hizo negra y pudo leer…

— Soy Azaham… El contrato está listo.

Tras unos instantes, apareció otro texto que rezaba lo siguiente:

“Deseo cumplir dos de mis sueños y a cambio entregaré a Azaham mi alma el último año de mi vida, la cual me será devuelta en mi último aliento trescientos sesenta y cuatro días después”

—¿Ese es el contrato? —preguntó—¿así?, ¿sin más?

—¿No te parece bien? —Volvió a leer.

—Demasiado simple, ¿no? —replicó.

—Las cosas más importantes de la vida son simples. ¿Aceptas? —volvió a preguntar

—Sí, acepto —dijo con la voz firme.

—Muy bien… presta mucha atención porque solo lo leerás una vez. Ahora que has aceptado el pacto te daré a conocer mi Conjuro y la manera en la que éste debe ser realizado. Debes seguir todos los pasos sin saltarte ninguno, pues si no es así… el pacto no se llevará a cabo, tus sueños no se cumplirán y tu alma será mía para toda la eternidad.

—y… ¿cómo sé yo que tú cumplirás con lo pactado? —volvió a preguntar.

—Mi eternidad depende de ello —respondió.

—¿Y cuándo te voy a ver? —siguió preguntando—dijiste que yo podría verte.

—Y me verás… paciencia.

El mensaje

El ordenador se volvió a desbloquear y pasadas varias horas recibió un mensaje de una dirección oculta que decía:

“El Conjuro de Azaham”

En el cuerpo del mensaje venían las normas para realizar y llevar acabo en conjuro:

Si has recibido este mensaje es porque has aceptado el pacto. No lo copies, no lo reenvíes, no lo contestes. Tan solo léelo una vez con mucha atención pues desaparecerá cuando su última línea sea leída.

Necesitarás tres pliegos en blanco que deberán ser escritos de puño y letra con tu sangre y con una pluma de una lechuza blanca. En el primero deberás escribir nuestro pacto:

“Deseo cumplir dos de mis sueños y a cambio entregaré a Azaham el último año de mi vida”

En los otros dos pliegos deberás explicar los sueños que quieres que se cumplan. Uno en cada pliego. Además deberás aportar tres velas y el “Sello de Azaham” que te proporcionaré.

La primera noche de luna llena, a las tres y treinta y tres de la madrugada te hallarás delante de una superficie que pueda reflejar tu imagen. Prepararás un altar en mi honor delante del reflejo. En el centro deberás colocar el Sello.

Encima del Sello colocarás el pliego con el contrato escrito con tu sangre y encenderás una vela pronunciando tres veces mi nombre.

—¡Azaham…!, ¡Azaham…!, ¡Azaham…!

A la derecha del Sello colocarás el pliego con tu primer sueño, escrito con tu sangre y encenderás otra vela con el fuego de la primera, volviendo a pronunciar otras tres veces mi nombre.

—¡Azaham…!, ¡Azaham…!, ¡Azaham…!

A la izquierda del Sello colocarás el pliego con tu segundo sueño, escrito con tu sangre y encenderás la tercera vela con el fuego de la segunda y volverás a repetir por tercera vez otras tres veces mi nombre.

—¡Azaham…!, ¡Azaham…!, ¡Azaham…!

Cuando la invocación haya sido realizada, deberás quemar los tres pliegos en el mismo orden en el que las velas fueron encendidas. Cada pliego con su vela.

Tras quemar los pliegos, deberás mezclar todas las cenizas y deberás colocarlas sobre el Sello. Las velas deberán consumirse por sí solas. Si alguna de las velas se apaga antes… el contrato no tendrá efecto.

Una vez realizado este conjuro, dejarás todo sin tocar absolutamente nada, mirarás a tu reflejo y dirás:

“El ritual está completo, espero tu respuesta… Maestro”

…e irás a descansar, si puedes.

A la mañana siguiente, volverás ante tu reflejo y podrás comprobar si tu alma verdaderamente es digna y si tus sueños se cumplirán.

Tras leer la última palabra del mensaje, éste desapareció sin dejar rastro.

—¡Espera…! —gritó—¡no entiendo una cosa!

—¿Qué es lo que no entiendes? —apareció en la pantalla.

—¿Cómo lo sabré? —preguntó.

—Si al colocarte delante de tu reflejo observas que las cenizas que se encuentran sobre el sello no están reflejadas… sabrás que las tengo yo como prenda de tu promesa. Si por el contrario son también reflejadas… entonces no eres digno y no volverás a saber nada de mí.

—Otra cosa… ¿de dónde coño….?, ¡Uy!… Perdón. ¿De dónde saco yo una pluma de lechuza blanca?

—Tienes razón —contesto Azaham sarcásticamente—hay veces me olvido el siglo en el que me encuentro, demasiados años. De paloma puede ser, eso sí… ha de ser blanca.

—Y… ¿cuándo te veré? —volvió a preguntar.

—El primer día de tu último año de vida… tal y como hemos acordado.

El Ritual

Convencido a realizar el conjuro, esperó a la primera luna llena. Ahora tenía que decidir qué dos sueños pedir para que se hicieran realidad, pues tenía muchos.

Lo primero en lo que pensó fue en dinero, fama, poder… y todas esas cosas con los que todos, o casi todos soñamos. En definitiva, un futuro mejor pero tras mucho pensar se decidió por otras cosas.

El primer sueño que quería realizar era ser feliz en los años que le restaran de vida y el segundo que todos aquellos que le quisieran de verdad, también lo fueran.

La primera luna llegó. Ya tenía preparado todo, hasta la dichosa pluma que como era normal… no era de lechuza blanca si no de paloma. Solo tenía que esperar a las tres y treinta y tres de la madrugada para comenzar el ritual. Estaba muy nervioso pues como siempre decía…

—¡Estas cosas no me pasan a mí!

Pero si… allí estaba frente a aquel espejo. Sobre la mesa el Sello de Azaham, los tres pliegos escritos con su sangre, las tres velas, la pluma un el mechero.

Según se iba acercando la hora en cuestión, los nervios se le iban agarrando al estómago pero lo curioso es que no sentía miedo… realmente no tenía nada que perder.

Cuando el reloj marcó la hora bruja, inició el ritual del conjuro tal y como le había sido enseñado. La colocación de todo en su sitio apropiado, el encendido paulatino de las velas con la invocación a Azaham entre medias, la quema de los pliegos y por último el mezclado de las cenizas y su depósito sobre el Sello y una vez hecho dijo la frase final:

— El conjuro está completo, espero tu respuesta… Maestro.

…y se fue a descansar.

Eso de “descansar” no deja de ser una frase hecha por que no… la verdad es que no pudo descansar. En varias ocasiones hasta tuvo la tentación de ir a ver el reflejo del espejo pero no lo hizo y cumplió con todo el ritual. Esperó al amanecer para colocarse delante del espejo y comprobar si realmente al final era digno o no lo era. Desde la puerta lo primero que pudo observar fue que las tres velas se habían consumido completamente y por lo tanto ya no eran excusa para que el contrato no siguiera adelante.

Se quedó durante un rato parado en la puerta sin atreverse a entrar. Cerró los ojos. Dio varios pasos tanteando la pared y cuando estaba ya delante del espejo… los abrió.

¡No se lo podía creer…!., las cenizas estaban encima del Sello de Azaham pero no se reflejaban en el espejo. Era como una visión imposible de algo que no podía ser real. Las cenizas eran lo único que no aparecía dentro del espejo.

Ahora tenía la confirmación de que el pacto con Azaham era una realidad, o quien sabe… que definitivamente se había vuelto loco de verdad.

Una vida Feliz, pero…

Pasaron los años y sus dos sueños se cumplieron. Azaham había cumplido con su parte del pacto. Él, y todos aquellos a los que quería y que le querían eran felices. Tenía en la vida era todo aquello que siempre había querido tener, paz y felicidad. No tenía mucho dinero, no tenía fama ni poder, pero tenía todo aquello que a un ser humano le hace feliz… la compañía y el amor de todos los suyos.

Solo tenía un miedo… Cada noche al acostarse pensaba en el momento en el que Azaham le anunciara que el primer día de su último año había llegado. En ese momento lo perdería todo otra vez y esta vez sería para siempre.

Siguió pasando el tiempo y ese día que tanto temía… llegó.

Acababa de levantarse, cuando después de ducharse, desayunar y terminar de arreglarse para ir a trabajar… algo le llamó la atención en el baño. Un extraño olor a quemado venía de aquella estancia.

Se acercó y al mirarse en el espejo se dio cuenta de que las cenizas estaban en el reflejo del espejo. Cerró los ojos con la falsa esperanza que tan solo fuera una visión y que al abrirlos de nuevo, aquellas cenizas no estuvieran allí pero no fue así… Además de las cenizas, en el espejo apareció la figura de un anciano con la cara llena de arrugas y una larga melena blanca. De aspecto desaliñado y ojos penetrantes que le miraban fijamente sonriendo.

— Soy Azaham — dijo el anciano.

— Lo sé —dijo susurrando— llevo tiempo esperándote.

— Hoy es el primer día de tu último año. Vengo a cobrar lo que me debes —dijo Azaham.

De repente, una gran tristeza le invadió y toda esa felicidad que había vivido desde aquella noche de luna llena desapareció al instante al darse cuenta de que ya no volvería a ver a todas aquellas personas a las que quería y lo peor de todo… que pasaría los siguientes trescientos sesenta y cuatro días de su ultimo año de vida en estado catatónico sin poder despedirse de todos ellos y que pasado ese tiempo… moriría.

— Tenemos un pacto —dijo Azaham.

— Lo sé —dijo él— tú cumpliste con tu parte y te lo agradezco y yo voy a cumplir con la mía. Toma mi alma, es tuya el resto del año. Los pactos hay que cumplirlos por mucho que nos pese.

— ¿No tienes miedo? —preguntó el anciano.

— Ahora ya no. He cumplido mis sueños y he sido feliz gracias a ti —contestó.

Azaham alargó su brazo fuera del espejo, le entregó las cenizas que años atrás se llevó y poco a poco se fue difuminando del reflejo con una sonrisa.

Él no entendía nada. Seguía despierto de pie delante del espejo y no había pasado nada. Seguía vivo.

Salió a la calle pensando en todo lo que había sucedido, incrédulo por la reacción del anciano hechicero. Ahora debería estar muerto en vida, pero no era así.

Se sentó en un banco y al rato se le acercó un hombre que le preguntó:

— ¿Me puedo sentar contigo?

— Claro, como usted desee — le contestó.

— Hace un día maravilloso hoy… ¿a que sí? —dijo mientras se le escapaba una sonrisa.

— Sí, es verdad.

— ¿No pudiste encontrar la pluma de lechuza blanca? —preguntó el hombre con tono sarcástico.

— ¿Cómo ha dicho? — preguntó poniéndose de pie de un salto.

— Soy Azaham… encantado de conocerte. Te dije que tuvieras paciencia, que ya me verías. ¿te acuerdas?

No podía salir de su asombro, Azaham había vuelto a la vida como un  ser humano más y estaba hablando con él. Lo primero que pensó es que ese momento dejaría este mundo y que había llegado la hora de pagar su deuda, pero entonces Azaham siguió hablando…

— Has pasado la prueba. En los cientos de años que he vagado pactando con miles de personas nunca había conseguido encontrar un alma realmente digna.

— ¿De qué prueba hablas? — preguntó.

Azaham empezó a contarle el por qué había sido condenado a errar en busca de almas por culpa de su orgullo y su arrogancia al intentar conseguir ser como un dios y tener vida eterna y cómo a través de los tiempos… todos aquellos que pactaban con él, lo único que le pedían eran riquezas, fama y poder sin importarles nunca los demás.

— Tú sueño fue ser feliz y que aquellos a los que querías y que te querían también lo fueran y eso solo lo pide un alma digna.

— ¿Y por qué no te has cobrado mi deuda? — le preguntó.

— Ya lo he hecho —contestó— ya tengo un año más de vida. ¿acaso no me ves?

— ¿Y por qué no estoy catatónico? —volvió a preguntar.

— Porque al verme perdiste esa felicidad y eso quiere decir que uno de tus sueños no se cumplió hasta el final. Sin embargo hiciste algo que demuestra la dignidad de tu alma por encima de todo. No te negaste a pagar y aceptaste tu destino. Por eso, compartiremos el alma los trescientos sesenta y cuatro días que te quedan de vida y así tendrás tiempo de despedirte de todos aquellos que te hicieron feliz y al final del año… morirás en paz y yo podré seguir viviendo.

— ¿Entonces es verdad que moriré? —preguntó agachando la cabeza.

— Sí, eso no puedo cambiarlo.

Siguieron hablando durante horas y en un momento dado de la conversación, que parecía la de dos amigos que hacía mucho tiempo que no se veían, Azaham dijo:

— No consigo actualizarme. En mis tiempos utilizábamos plumas de aves para escribir, de ahí lo de la pluma blanca de lechuza. Ha pasado demasiado tiempo. Ahora tenéis cosas por las que antes nos habrían quemado en una hoguera tan solo por hablar de ellas. En realidad, ni el mejor de los adivinos del futuro habría soñado con tales instrumentos mágicos. Y… ¿qué decir de eso que llamáis Internet? Yo empecé como aprendiz mandando palomas mensajeras y visitando en persona a aquellos que querían invocar a los espíritus y necesitaban los hechizos de mi Maestro. Con el paso del tiempo fueron creándose otros medios para comunicarnos que hacían que mi magia quedara a la altura de actuaciones circenses… ¡Una locura!

— ¿Tantos años has vivido? —preguntó.

— Sí, ya ni los recuerdo. En realidad no sé si mi vida puede considerarse vida. En fin… cometí el mayor de los pecados y desde entonces lo pago así. He vivido multitud de guerras y depresiones, hambrunas y todo tipo de desastres junto a épocas de relativa paz. El ser humano no cambia. Os creéis muy adelantados pero en esencia no sois más que copias de copias. Cada época tiene su forma particular de ver la vida dependiendo de su entorno pero el ser humano no aprende la lección… Destruye todo lo que le rodea. Es ambicioso y mentiroso. Por eso me llamó tanto la atención el hecho de que tú no fueras como todos ellos y durante todo este tiempo, en vez de esparcir las cenizas y que se perdieran, las guardé para comprobar si tu “felicidad” te había cambiado.

— ¿Y me cambió? —preguntó.

— No, por eso estás ahora mismo sentado a mi lado charlando y no postrado sobre una cama esperando el día de tu muerte.

— Y… ¿Ahora qué, Azaham?

— Ahora… la vida sigue. Tú tienes tu último año y yo seguiré condenado a vagar en busca de nuevas almas que me permitan seguir observando cómo el ser humano se destruye a sí mismo año tras año. El día que eso ocurra definitivamente ya no tendré que seguir buscando, pues ya no habrá almas que poseer y por fin mi castigo terminará y moriré yo también.

— ¿Quieres morir? —preguntó.

— Sí… —contestó Azaham— estoy muy cansado de vagar.

— Pues lo tienes fácil. Deja de buscar almas.

— Las cosas no son tan sencillas —replicó— Si muero por no conseguir almas, la mía se condenará por toda la eternidad. Sin embargo, si dejaran de existir no sería yo el culpable de no conseguirlas. Mi alma me sería devuelta y podría por fin descansar en paz. Hace cientos de años busqué la inmortalidad, ahora solo espero a que la muerte por fin me abrace y me deje descansar.

— O sea que… ¿para que tú consigas tu descanso debemos desaparecer todos nosotros? — preguntó.

Azaham simplemente sonrió mientras le miraba a los ojos y finalmente dijo:

— ¡Vaya paradoja!, ¿a que sí?

Entonces se levantó y se despidió de él.

— Ya me voy, pues tengo que seguir buscando más almas y solo tengo trescientos sesenta y cuatro días para conseguir la siguiente. Adiós, encantado de conocerte, recuerda que compartimos alma los próximos trescientos sesenta y cuatro días. No cambies ni dejes que nada ni nadie te cambie. Sigue siendo Tú Mismo.

Él no sabía ni qué decir y simplemente tras unos segundos dijo:

— Adiós Azaham, suerte y… ¡Gracias!

La vida no deja de ser una paradoja que se ríe día a día de todos nosotros. Parece ser que para que a unos les vaya bien, a otros les ha de ir mal. Para que haya “Señores” debe haber “Plebeyos”. Para realizar algún sueño, tienes que desechar los demás.

Todos formamos parte de un “Gran Juego” y cada uno de nosotros tenemos nuestro lugar asignado dentro de este tablero de ajedrez llamado “Vida”.

La cuestión es…

“¿Te atreves a jugar o simplemente… te dejas llevar?”

Carpe Diem


Toda esta historia, como no podía ser de otra manera es pura ficción. O no… ¿Quién sabe?

Ahora, si quieres puedes descubrirlo accediendo al sitio donde él le conoció, haciendo Click sobre el «Sello de Azaham» que se encuentra debajo de estas líneas. Tan solo es un enlace de los muchos alojados en infinitas páginas del universo de internet

¿Te atreves?


«El conjuro de Azaham» es un Texto original de 1331ocho registrado en SafeCreative con el número 1911052407831 y pertenece al Volumen 2 de Pensamientos… que nunca debieron salir de mi cabeza.

La imagen del Sello de Azaham es un gráfico original de 1331ocho registrado en SafeCreative con el número 1911052407855



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Publicado por 1331ocho en Pensamientos, 6 comentarios
La Sentencia

La Sentencia


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“Pasó más tiempo del que los dos ni siquiera imaginaron y a pesar de todo… ninguno de los dos pudo olvidar. La sentencia hizo su trabajo”.

“Cada uno siguió con su vida. Él nunca más volvió a saber nada de ella. Ella sabía de él tan solo por sus escritos”.

O quien sabe… a lo mejor ni siquiera eso.

El tiempo es algo curioso, dicen que cura las heridas pero no es verdad. Simplemente las tapa poniendo parches encima. Parches que de vez en cuando se caen y dejan ver todo aquello que no se pudo curar porque hay cosas que por mucho tiempo que pase… nunca van a cicatrizar.

La tristeza es algo más poderoso de lo que nunca pude imaginar. Te hace volver una y otra vez al pasado. Ese pasado en el que me quedé anclado.

Es verdad que los días pasan, las noches siguen ahí como una tortura que me llevan inexorablemente al momento en el que leí mi sentencia. Hasta ese momento, siempre tuve la esperanza de ser indultado por todos mis pecados, pero no fue así. La condena fue la más dura posible y yo simplemente… la acepté.

Acepté una sentencia de un juicio injusto en el que ningún testigo habló a mi favor y muchos de los que lo hicieron en mi contra ni siquiera me conocían. Simplemente hablaron de algo que desconocían y el juez sentenció.

Ahora me veo día a día pagando la pena impuesta, sin derecho a recurso alguno y condenado al olvido.

La sentencia, en uno de sus párrafos decía:

“…a todo te acostumbras”

Y tampoco es verdad. Hay cosas a las que no te puedes acostumbrar por mucho que alguien diga e intente convencerte de ello. Yo sé que la persona que la escribió… también lo sabe.

De todo aquello, como de todo en la vida, salieron personas muy favorecidas. Personas sin escrúpulos que se supieron aprovechar de la situación y que encima quedaron como “los buenos de la película”. Posiblemente algún día pagarán ellos también pero yo no creo que lo vea. Yo seguiré condenado y si algún día llega mi tercer grado, no creo que tenga las fuerzas suficientes para reclamar todo aquello que me robaron de una manera tan injusta. De hecho, no creo ni siquiera que vuelva a intentarlo otra vez. La herida seguirá sangrando y no creo que cicatrice jamás.

Eso sí, aunque pueda parecer una locura… os perdono a tod@s y os deseo que nunca nadie os haga todo lo que vosotr@s me hicisteis a mí.

Os deseo toda la felicidad del mundo. Deseo que vuestros días estén llenos de cosas buenas y que todas vuestras noches estén llenas de paz y descanso.

Os exculpo de toda culpa y remordimiento. Os deseo un futuro feliz en compañía de todas esas personas que os quieren y a las que queréis y solo os pido un favor… Olvidaros de que un día existí. Olvidaros de todas las veces que mentisteis diciendo que yo era algo importante para vosotr@s. Olvidaros de todos aquellos momentos que compartisteis conmigo porque el tiempo y la sentencia demostraron que no eran más que mentiras que se dicen una y otra vez a lo largo de la vida.

Si alguna vez os acordáis de mí… no lloréis. No seáis fals@s. No finjáis diciendo que lo hicisteis por mi bien. Lo hicisteis por el vuestro. Yo no os importé nunca. Teníais que mirar por vuestro futuro y lo hicisteis.

Quien sabe… a lo mejor en algún momento hasta es posible que os halláis arrepentido. Miraros al espejo de vez en cuando y si vuestro orgullo os lo permite…, hacer examen de conciencia.

Si sois capaces de miraros a vosotros mismos a los ojos y decir “Hice bien”, entonces habréis sido absueltos. Si vuestro reflejo os devuelve algún reproche, tranquil@s. Todavía estáis a tiempo, porque a pesar de todo… la vida sigue y algún día nos encontraremos cara a cara y yo, que no soy más tonto porque no nací un día antes… seguramente os volveré a creer.

Quien sabe…

De todas maneras… hasta que ese día llegue, si es que algún día llega… Yo seguiré cumpliendo mi sentencia en esta cárcel llamada… Olvido.


«La Sentencia» es un Texto original de 1331ocho registrado en SafeCreative con el número 1911082430694 y pertenece al Volumen 2 de Pensamientos… que nunca debieron salir de mi cabeza.

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Publicado por 1331ocho en Pensamientos, 1 comentario
¿Te acuerdas cuando de pequeño papá te decía que…?

¿Te acuerdas cuando de pequeño papá te decía que…?


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¿Te acuerdas de cuando de pequeño, papá te decía que de mayor lo entenderías todo?

— Pues ya soy mayor y sigo sin entender.

¿Te acuerdas de cuando de pequeño, papá te decía que de mayor, comerás huevos?

— Pues ya soy mayor y ahora lo que me pregunto es por qué me los tocan todos los días.

¿Te acuerdas de cuando de pequeño, papá te decía que la experiencia era un grado?

— Pues ya soy mayor y la experiencia se ha convertido en un muro más.

¿Te acuerdas de cuando de pequeño, papá te decía que cuando tuvieras hijos lo entenderías?

— Pues ya soy mayor, tengo hijos y sigo sin entenderlo.

¿Te acuerdas de cuando de pequeño, papá te decía que un día serías mayor?

— Pues ya soy mayor y ahora desearía haberme quedado de pequeño.

¿Te acuerdas de cuando de pequeño, papá te decía que los fantasmas no existían?

— Pues ya soy mayor y se equivocaba. Hay fantasmas por todos los lados, eso sí… no llevan sábana ni hacen Uhhhh.

¿Te acuerdas de cuando de pequeño, papá te decía que de mayor serías un hombre de provecho?

— Pues ya soy mayor y no sé si soy un hombre de provecho. Lo que sí sé es que de mí se han aprovechado mucho.

¿Te acuerdas de cuando de pequeño, papá te decía que no había mal que cien años durara?

— Pues ya soy mayor y me temo que me quedan unos cuantos años antes de que los cien que decía papá.

¿Te acuerdas de cuando de pequeño, papá te decía que había que respetar a los mayores?

— Pues ya soy mayor y ahora resulta que es al revés, son los mayores los que le debemos respeto y sumisión a los demás.

¿Te acuerdas de cuando de pequeño, papá te decía que había que ser buena persona?

— Pues ya soy mayor y he intentado toda mi vida serlo y lo único que he encontrado ha sido gente que de bueno… te toman por tonto.

¿Te acuerdas de cuando de pequeño, papá te decía que si mentías te crecía la nariz?

— Pues ya soy mayor y veo a Pinocho en la mayoría de las personas que me rodean.

¿Te acuerdas de cuando de pequeño, papá te decía que si decías siempre lo que piensas tendrías enemigos?

— Pues ya soy mayor y es verdad. La gente no quiere la verdad, prefieren mentiras piadosas que nos les haga ver la mediocridad en la que viven día a día.

¿Te acuerdas de cuando de pequeño, papá te decía que soñaras con los angelitos?

— Pues ya soy mayor y esos angelitos se convirtieron en demonios.

¿Te acuerdas de cuando de pequeño, papá te decía que de mayor lo entenderías todo?

— Pues ya soy mayor y sigo sin entender.

¿Te acuerdas de cuando de pequeño, papá te decía que mañana sería otro día?

— Pues ya soy mayor y mañana siempre es otro día más.

¿Te acuerdas de cuando de pequeño, papá te decía que ya te llegaría el momento de tomar decisiones?

— Pues ya soy mayor y no consigo saber si las decisiones fueron las más acertadas o si me equivoqué.

¿Te acuerdas de cuando de pequeño, papá te decía que el cielo era infinito?

— Pues ya soy mayor y no solo el cielo es infinito… hay otras muchas cosas que lo son y de las que no consigo ver el final.

¿Te acuerdas de cuando de pequeño, papá te decía que siempre estaría?

— Pues ya soy mayor y no hay día que pase sin miedo a perderle a él también.

Y… ¿Te acuerdas de cuando de pequeño, papá te decía que lo más importante del mundo era mamá?

— Pues ya soy mayor y… tenía razón.


«¿Te acuerdas cuando de pequeño papá te decía que…?» es un texto original de 1331ocho registrado en SafeCreative con el número 1904210709083 y pertenece al Volumen 2 de Pensamientos… que nunca debieron salir de mi cabeza.

Imagen globo pensamiento by: Reissaamme



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Creo en la libertad de expresión y creo profundamente en que cada uno de nosotros tenemos nuestro punto de vista ante cualquier texto y que la interpretación de todo lo que se lee… es libre. Por lo tanto, nunca voy a entrar en una discusión sobre ideas o modos de entender y menos aún en puntos de vista por motivos ideológicos o de creencias religiosas.

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Muros

Muros


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— Hola… —leyó en la pantalla de su teléfono.

— Hola —contestó.

— …

— …

— Bueno, ya veo que no tienes muchas ganas de hablar.

— ¿Hablar de qué?

— De nosotros…

— ¿De nosotros?, eso ya no existe.

— Vale, perdona por haberte molestado, solo quería saber cómo estabas.

¿Para qué quiere saber cómo estás una persona que fue capaz de decir y hacer lo que hizo, tan solo por el hecho de que buscaba un futuro mejor, expulsándote de su vida?

— Te lo va a volver a hacer —decían todos aquellos que le conocían.

Y lo peor de todo es que tuvieron razón. Lo volvió a hacer. ¿Cómo se lucha contra todo eso? No se puede luchar, simplemente se acepta.

Es fácil de decir… ¿a que sí?

— Hola… —volvió a leer en la pantalla de su teléfono.

— Hola —volvió a contestar.

— Necesito hablar contigo.

— Hablar conmigo… ¿de qué?

— De nosotros…

— ¿De nosotros?, eso ya no existe. Lo dejaste muy claro

— Sabes que no era verdad lo que dije. Lo hice por ti, por no hacerte más daño y lo sabes.

— Yo ya no sé nada, solo sé que lo dijiste. Y sí… es verdad que no te creí pero eso ya no importa porque hace tiempo que ya no creo nada de lo que dices.

Cuando una persona miente tanto, llega un momento en el que ya no sabes distinguir lo que es verdad de lo que no lo es. Se funde todo en una malgama de mentiras y medias verdades que ya son imposibles de distinguir por separado.

— ¿Puedo hacer algo para que me entiendas y me creas?

— Tranquila, si yo ya lo entendí todo. No me quedó más remedio que hacerlo. Pero creerte… eso ya no puedo hacerlo. No puedo creerte.

— Algún día lo entenderás todo y me darás las gracias.

— Es posible, pero no creo que eso pase.

— Bueno… no te molesto más, te pido perdón por todo el daño que te he hecho.

— No pidas perdón por algo que no sientes, no seas tal falsa. Por cierto… ¿encontraste tu futuro?

— ¿Ves…? Ya estás con los reproches.

— Sí, es lo único que sé hacer, reprochar… ¿a que sí?

— Vale, está claro que me odias. Adiós.

— Te equivocas una vez más, yo no te odio. Pero no me pidas que entienda algo que no consigo entender por más que tenga la obligación de aceptar.

— Déjalo, por favor.

— Tranquila, eso ya lo hice hace tiempo. Yo tan solo te hice una pregunta y la contestación, fuera verdad u otra de tus mentiras, fue la que fue y eso ya no tiene solución.

— ¿Eso crees?

— No, en realidad yo no lo creo pero ¿qué más da ya? Siempre he creído que todo tiene solución pero ahí entra ese “orgullo” tuyo que siempre te impide dar un paso hacia atrás y asumir lo que de verdad quieres. Sabes que te lo he dicho siempre… Tienes que ser tú quien se dé cuenta. Nadie más puede hacerlo por ti.

Por supuesto, todo este diálogo es pura ficción. Nunca existió. Precisamente porque el orgullo muchas veces es más poderoso que el corazón e infinitamente más destructivo que la razón.

Mientras tanto, el tiempo sigue pasando y poco a poco… todos esos sueños se van desvaneciendo. Quién sabe… a lo mejor todo no fue más que un mal sueño. A lo mejor todo fue producto de mi imaginación. Puede ser que no supe ver que nada era real. Posiblemente nunca entendí que lo imposible es algo inalcanzable, pero a pesar de todo… sigo siendo “ese soñador” que cree que los sueños pueden llegar a cumplirse si se pone empeño en ello.

El problema es en que la mayoría de los casos, por no decir en todos, no depende tan solo de uno mismo. Existen factores externos que se dedican una y otra vez a levantar esos “muros” que por desgracia… ya no tengo fuerzas para seguir tirando.

Las mentiras, los desprecios, la falsedad y las medias verdades son esos ladrillos que se van colocando uno a uno entre dos personas, levantando un “muro” que llega un momento que es tan alto que no te deja ver el otro lado.

Puedes darte de cabezazos contra él, pero el muro sigue estando ahí, cada vez más alto…

La única manera real de tirarlo sería haciendo fuerza desde los dos lados, pero eso casi nunca ocurre. La comunicación se termina y todo se vuelven reproches y malos entendidos.

— ¿Me ayudas a tirar el muro?

— ¿Qué muro?

— Déjalo… solo era una metáfora.

“No levantes muros tan altos.

Quizás algún día necesites pasar al otro lado y ese día…

… tendrás que escalar”.

 


«Muros» es un Texto original de 1331ocho registrado en SafeCreative con el número 1911092435856 y pertenece al Volumen 2 de Pensamientos… que nunca debieron salir de mi cabeza.

Imágenes de las mariposas: michele martinello

Imagen muro de piedra: jeonsango



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No lo sé…

No lo sé…


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Nunca más volvió a saber nada de ella. Ni un solo mensaje, ni una sola llamada. Tan solo su recuerdo y una última frase.

— Te prometo que haré lo posible para que no quieras saber más de mí.

Fue la única promesa que cumplió, aunque en realidad… ¿qué más daba? Él seguía todas las mañanas dándole los buenos días y por las noches…

— Buenas noches, que descanses y seas feliz.

Cuando alguien se va de esa manera, es difícil encontrar una explicación que no te lleve al odio y a maldecir los momentos vividos y el tiempo perdido, pero le fue imposible… la quería demasiado como para poder odiarla. Simplemente aceptó como despedida ese “no” que nunca creyó. Hay que querer mucho a una persona para convivir día a día, pero hay que quererla aún más si cabe para aceptar que esa persona no quiere estar contigo y desearle toda la felicidad del mundo a pesar de sus desprecios y de la manera que actuó.

El futuro es algo incierto. Hoy estamos aquí y mañana quién sabe… por eso existen personas que se pasan la vida buscando ese “futuro mejor”.

Vivimos tiempos en los que la palabra dada no tiene ningún tipo de valor. Lo que hoy “es”, mañana puede ya “no ser” y eso es algo con lo que llevo luchando toda mi vida y claro… así me ha ido. Posiblemente sea cierto que hay que adaptarse a todo pero yo no puedo, me es imposible adaptarme porque otros digan que debo hacerlo.

No soy una persona que se adapte a cualquier situación. Necesito algo más y ese “más” hoy en día se vende muy caro. Ya no creo en las personas, ya no creo en las palabras y menos aún en las promesas de aquellos que solo buscan un futuro sin importarles los sentimientos de los demás. Es difícil creer cuando cada promesa, cuando cada conversación pasa y es olvidada en cuestión de horas.

No puedo entender a las personas que son capaces de decir una cosa por la mañana, otra por la tarde y negar todo lo dicho por la noche. No consigo entenderlo pero no me queda más remedio que aceptarlo, por mucho que me duela y por mucho que sepa que aquello que leí no era más que otra de sus mentiras.

Maldito orgullo…

— Hola.

— ¿Quién eres?

— ¿Por qué preguntas quién soy?, lo sabes.

— No, no lo sé. ¿Quién eres?

— Vale, no te molesto más. Ya veo que no quieres hablar conmigo.

— No, ¡espera! ¿Quién eres?

— Soy yo.

— No puede ser, ella se murió hace tiempo, se fue.

Llega un momento en el que la realidad y la imaginación son una misma cosa. La diferencia simplemente es que dentro de la imaginación es posible realizar sueños, mientras que la realidad nos es impuesta día a día. No depende de nosotros, ni de lo que queramos o no queramos… simplemente nos lleva de la mano a lugares donde aunque queramos… nos es imposible salir.

Un “sí” hubiera bastado para salir adelante. Dos letras que a veces son imposible de pronunciar o de escribir por todo lo que conllevan.

— ¿Me quieres?

— Sí.

Parece sencillo, ¿a que sí? Pues no lo es cuando detrás existen personas que diariamente malmeten, chantajean y amenazan y menos aun cuando alguien se deja llevar por todo lo que le rodea, por todo lo que escucha y lo que es peor… cuando alguien no tiene la suficiente valentía para decidir por sí mismo lo que quiere y lo que no quiere.

“A todo te adaptas, total… ¡Qué más da! La cuestión es sobrevivir”.

— Tenemos un pacto, recuerda.

— No… Lo teníamos. Los pactos hechos con personas mentirosas carecen de valor.

Los pactos hechos con personas que no saben distinguir entre lo que quieren y lo que no quieren, entre lo que es verdad y lo que no lo es, entre lo dado y lo impuesto, entre un “sí” y un “no” no tienen que ser cumplidos y eximen a la otra parte de toda responsabilidad por la simple razón de que siempre existirá la duda de que si cuando se planteó dicho pacto no era más que otra excusa o la falsa certeza de que no se cumpliría. Presumimos tantas cosas, que somos capaces de decir “no” tan solo por el miedo a que la otra persona sí cumpla su parte y nos veamos obligados a cumplir la nuestra.

Cada día estoy más convencido que esa fue la razón de su “no”. De todas maneras ya da lo mismo. Ese “no” mató todo lo que pudo ser y no fue y terminó por convertir todo en un mar de desconfianza difícil de reparar, por mucho que me duela asumirlo.

Sin embargo, y a pesar de todo… yo sigo esperando. Esperando una absolución que no sé si algún día llegará.

Simplemente… No lo sé.

“Cuando no se quiere ver…

…lo mejor es mirar hacia otra parte”

 


«No lo sé» es un Texto original de 1331ocho registrado en SafeCreative con el número 1911012376252 y pertenece al Volumen 2 de Pensamientos… que nunca debieron salir de mi cabeza.

Imagen de fondo del logotigo 1331ocho by: Nika Akin



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Insomnio

Insomnio


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Hace frío, mucho frío en el parque, pero algo me hace andar sin parar. La noche casi está a punto de llegar y con ella todos mis fantasmas.

Esos fantasmas que uno a uno me visitan cada noche en la soledad de mi habitación. Cada uno de ellos trae consigo un recuerdo que me atormenta y que hace imposible conciliar el sueño.

La una, las dos, las tres… siempre igual. El mismo ritual. Me acuesto hasta que me veo sentado a los pies de la cama y vuelta a acostarme por si esta vez es la definitiva, pero no.

Otra vez sentado, con los codos sobre las rodillas y las manos sujetando la cabeza esperando que el sueño venga a visitarme.

Afuera… la noche. Un cielo totalmente oscuro sin estrellas y con la única compañía de la luna que hora a hora va desapareciendo al mismo tiempo que desaparecen las esperanzas de descansar una noche más.

Poco a poco se va haciendo de día, los coches empiezan a circular y un murmullo extraño me dice que todos y todas se empiezan a despertar. Se escuchan hasta las cañerías de la gente que va pasando por el baño en esa procesión mañanera que anuncia que un nuevo día acaba de empezar y mientras tanto, todos esos recuerdos que se han ocupado de no dejarme dormir, se van evaporando uno a uno para irse a descansar y poder coger fuerzas para que cuando llegue la noche estén en su mayor plenitud para poder absorber todas y cada una de las horas de mis noches.

Eso sí…antes de que la noche vuelva, volveré al parque a andar, aunque haga frío… mucho frío.

 

 


«Insomnio» es un Texto original de 1331ocho registrado en SafeCreative con el número1911012376245 y pertenece al Volumen 2 de Pensamientos… que nunca debieron salir de mi cabeza.

Imagen de fondo del logo 1331ocho by: Mystic Art Design



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El Espejo

El Espejo


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Érase una vez una muchachita triste y solitaria. Poseía todos los complejos que una persona puede tener sin darse cuenta de que no eran ciertos.

Cada vez que se miraba al espejo, no le gustaba lo que veía y eso a pesar de que todos le decían que era hermosa, y de hecho lo era. Pero ella solo veía fealdad en el reflejo, o por lo menos eso decía.

Fueron muchos los que a lo largo de su vida la decían que estaba equivocada pero ella solo hacía caso a su espejo.

Se podría decir que solo una persona logró convencerla y sacarla de su jaula, pero al hacerlo lo único que consiguió, sin querer, fue que cambiara y que se olvidara de quien fue.

Todas Las personas que intentaban acercarse a ella se enamoraban profundamente de su sonrisa mellada y de esos ojos que hablaban más que su boca; si eso era posible, porque hablaba por los codos con esa vocecita de niña pequeña que tenía.

Era delgada, muy delgada. Con la piel blanca como la leche, el pelo canoso por la edad y teñido con tintes baratos que se empezaban a ir tras el tercer lavado. Cuando sonreía dejaba entrever un diente roto desde su niñez que le impedía reír sin taparse la boca.

Siempre con uno de sus innumerables bolsos, colgado del brazo, a modo de fiel acompañante de paseo. No andaba… se deslizaba por las calles, girando la cabeza en todos los escaparates, buscando ese reflejo que más le favoreciera. Cuando lo encontraba, se le escapaba una medio sonrisa de complicidad y por un instante se sentía la más bella del lugar. Pero era solo eso… solo era un instante.

De vez en cuando suspiraba como si en un momento dado le viniera algún recuerdo a la mente. Giraba la cabeza como negando aquello que estaba pensando y seguía adelante como si nada. O quien sabe si maldiciendo todo aquello que pudo ser y no fue.

Nunca he visto a una persona andar tan rápido y con ese estilo, mirando de arriba abajo como queriendo pasar desapercibida, con los brazos cruzados. Brazos que solo separaba para colocarse los rebeldes pelos canosos teñidos de rubio que tapaban ese rostro que ella decía que no le gustaba.

Uno de sus mayores complejos siempre fue su nariz. Mentiría si dijera que no era más grande de lo establecido en los cánones, pero le daba esa personalidad que a mi tanto me gustaba y que me atrapaba.

Por si fuera poco, su espejo un día le descubrió que el diente medio roto, que según ella afeaba su sonrisa, había decidido que ya era hora de caerse y dejar el hueco completo. Si medio diente la acomplejaba, ¿qué podría decir de su falta? Era una catástrofe. Ya no saldría más de casa, ya no podría medio sonreír.

Decidió, con buen criterio, que ya era hora de estrenar una nueva sonrisa y se puso uno nuevo. Pensaba que a partir de entonces, hasta el espejo le sonreiría. Ahora estaba más guapa que nunca con su nueva sonrisa pero ya no era ella, esa sonrisa no era suya.

Cuando una sonrisa es falsa, pierde todo su encanto original y eso precisamente fue lo que perdió. Perdió parte de su personalidad, su “yo”. Ese “yo” que a pesar de sus complejos tanto me gustaba.

El problema de la belleza o la fealdad es que es algo realmente subjetivo y como todas las cosas subjetivas de la vida… no atienden a la razón, sino más bien a lo que pensamos que los demás piensan de nosotros.

Siempre he admirado a esas personas que son capaces de quererse a sí mismos, sin importarles lo que los demás puedan llegar a pensar. Pero entiendo que vivimos en una sociedad que es un espejo en el buscamos continuamente el mejor reflejo de nosotros mismos con el falso pretexto de sentirnos bien. El problema es que eso no siempre es cierto, más bien lo que buscamos con mayor o menor fortuna es ser aceptados y que los demás nos vean bien. Si los demás nos ven bien, entonces supuestamente estamos bien, pero eso es uno más de nuestros errores porque terminan existiendo personas a las que solo les importa la apariencia exterior, dejando a un lado eso que nos hace verdaderamente humanos, que es nuestro interior.

El verdadero problema de la gente que tiene tantos complejos es que por más que arreglen uno de ellos, lo único que consiguen a la larga es acentuar los demás. Siempre van a tener algo que no les guste de sí mismos y muchas veces los usan para así poder echarles la culpa de todas sus desgracias.

Yo la aceptaba tal y como era, es más… me gustaba tal y como era pero hace tiempo que por desgracia ya no la reconozco. No me gusta en lo que se ha convertido y no hablo solo de aspectos físicos, que para mí no son importantes. Hablo de los cambios emocionales y de la personalidad que traen consigo, que hacen que un individuo deje de ser la maravillosa persona que era para convertirse en todo aquello que criticaba. Pero claro… ¿quién soy yo para juzgar a nadie?

En realidad, cada persona tiene derecho a cambiar si no es feliz con lo que tiene o si no acepta el reflejo de su espejo personal, pero me da pena, porque van cambiando. Nunca más volverán a ser las personas que eran y si piensan que desaparecerán todos sus complejos, se equivocan porque cada uno de nosotros, aunque lo neguemos, tenemos los nuestros a pesar de que día a día tratemos de ocultarlos o de negar que existen.

Aquel diente le pudo dar una nueva sonrisa con la que encandilar a los demás, pero le hizo perder su “yo” y eso es algo que por muchas risas que exhiba… ya nunca más volverá.

Eso sí, si es más feliz porque el reflejo del espejo es más bello… no hay nada más que decir. Cada uno tiene que sentirse bien consigo mismo, aunque sea a base de tapar agujeros con otra mentira más. La pregunta es… ¿cuál es el siguiente complejo a ocultar?

El día que consigamos aceptarnos a nosotros mismos tal y como somos, ya no necesitaremos esos espejos para que nos mientan. Simplemente viviremos nuestra vida sin importarnos lo que los demás piensen de nosotros. Seremos libres y quien sabe… siendo libres hasta es posible que consigamos ser felices de verdad porque no tendremos que estar pendientes de si los demás nos aceptan o si les gustamos o no.

“si algún día vuelves a ser tú,

.. yo estaré aquí esperando”

 


«El Espejo» es un Texto original de 1331ocho registrado en SafeCreative con el número 1911012376238 y pertenece al Volumen 2 de Pensamientos… que nunca debieron salir de mi cabeza.

Imágenes 1331ocho by: 1331ocho



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Recuerdos

Recuerdos


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Un cuaderno lleno de notas manuscritas es en realidad como un diario en el que se escriben cosas para no olvidarlas. Unas son intrascendentes, otras vitales para el recuerdo.

Los recuerdos son esos flases de una vida pasada que ya no volverán y dicen que quien no recuerda su pasado, está condenado a repetirlo una y otra vez. La pregunta es si queremos o no queremos que se vuelvan a repetir.

Recuerdos hay de todos los tipos y colores. Unos son bonitos y nos trasladan a momentos felices, otros no tanto pero qué sería del ser humano sin sus recuerdos… tanto los buenos como los malos.

¿Se puede llegar a olvidar un recuerdo de una manera consciente?

Sinceramente, no lo sé. Imagino que hay gente que lo consigue, pero yo no puedo por más que lo intento. La mente es algo impredecible, por lo menos la mía, y sin darme cuenta me traslada una y otra vez a esos momentos del pasado que ya nunca volverán y que tanto me atormentan hasta el punto de ver cómo van pasando despacio los minutos en el reloj… sobre todo por las noches.

Recuerdo un tiempo en el que eso no ocurría. Hubo un tiempo en el que casi no me daba tiempo a dar las buenas noches antes de quedarme profundamente dormido hasta el extremo de que me tenían que despertar a codazos porque era incapaz de oír el sonido del despertador. Ahora soy yo quien despierta al reloj antes de que suene y muchas veces ni siquiera lo pongo porque no hace falta.

Me viene a la cabeza una historia que escuché hace tiempo, como todas las historias o cuentos, empieza con un Érase una vez…

Érase una vez un recuerdo perdido en lo más profundo del universo de la mente. Cada año, en una fecha determinada salía a la luz para volver a esconderse durante los trescientos sesenta y cuatro días restantes del año.

Cuando faltaban pocas horas para ser recordado se ponía muy nervioso pensando que este año se quedaría para siempre en la memoria. Pero eso nunca ocurría. Año tras año, en el ocaso del día volvía a ser condenado a lo más profundo de la mente.

Pasaron muchos años y un día se dio cuenta de que ya ni tan siquiera volvía a la memoria en la fecha que siempre era recordado y se preguntó el por qué. Intentó con todas sus fuerzas subir desde lo más profundo hasta ese nivel en el que la memoria era capaz de procesar los recuerdos pero por más que subía y subía, nunca lograba alcanzar su objetivo.

Con el tiempo, se cansó de subir. Se dejó caer y al llegar otra vez a lo más profundo se dio cuenta de que ese lugar donde llevaba tanto tiempo, ahora estaba lleno de otros recuerdos como él.

Al llegar, le preguntó a otro recuerdo:

— ¿Qué hacéis todos aquí?

— No lo sabemos —le contestó asustado— Dicen que la memoria ha dejado de funcionar y que ya no somos necesarios.

— Eso no puede ser, la memoria siempre funciona. A no ser que…

De repente se hizo un gran silencio, ningún recuerdo se atrevía a decir lo que pensaban porque si era cierto, ya nunca más volverían a ver la luz y eso no podía ser.

Según pasaban los días, muchos de ellos se iban desvaneciendo. Otros, como por arte de magia se iluminaban y se iban a otras mentes hasta que al final se volvió a quedar solo y a oscuras. Ya nunca más sería recordado.

Ya había perdido la esperanza cuando de repente se dio cuenta de que una pequeña luz salía de su interior. La luz, poco a poco se iba haciendo más intensa y de repente se apagaba, hasta que pasado un rato se volvió brillante como el sol y una gran fuerza empezó a tirar de él.

Cuando se quiso dar cuenta estaba en otra mente, delante de otro recuerdo exactamente igual a él. Parecía como si se estuviera mirando en un espejo o como si estuviera frente a un gemelo.

— ¿Qué hago aquí? —preguntó.

— Mi memoria te ha traído —le contestó su igual— Tu mente murió hace unos días y la mía, al recibir la noticia, me subió rápidamente a la superficie para que te buscara y te he encontrado. A partir de ahora estaremos juntos para siempre pero ya solo en una sola memoria. Las demás mentes no saben nada de nosotros y solo podremos sobrevivir si no nos volvemos a separar.

— Pero… ¿existimos o solo fuimos una imaginación? —preguntó.

— Sí, existimos y durante algún tiempo fuimos muy importantes para nuestras memorias, pero poco a poco fuimos siendo olvidados y condenados a lo más profundo de la mente —le contestó.

— ¿Por qué? —volvió a preguntar asustado.

— No lo sé, nunca lo he sabido. Pero ahora estamos arriba en la memoria.

— ¿Y de qué nos sirve ya estar en la memoria de uno solo?, llegará un día que esta mente también se apagará como la mía y entonces… ¿qué?

— Entonces seremos olvidados para siempre.

— ¿Y ya está?, ¿para esto me has traído?

— Sí, creía que te merecías una explicación y una última oportunidad de ser recordado. Ahora vamos a dormir y recuerda… “Mañana… volverá a amanecer”.

— ¿Seguro?

— No lo sé…

“Mientras exista un recuerdo…

…no todo está perdido”


«Recuerdos»es un Texto original de 1331ocho registrado en SafeCreative con el número 1911012376221 y pertenece al Volumen 2 de Pensamientos… que nunca debieron salir de mi cabeza.

Imagen fondo logotipo 1331ocho: Gerd Altmann



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Publicado por 1331ocho en Pensamientos, 1 comentario
Los Ángeles también pecan

Los Ángeles también pecan


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No voy a intentar convencer a nadie sobre la existencia o no existencia de Dios. Personalmente, aunque me gustaría decir lo contrario, no creo que exista un Ser superior que nos vigila desde las alturas, observando si somos buenas o malas personas y apuntando todos nuestros pecados para examinarnos el día de nuestra muerte.

Siempre he respetado las creencias de todo el mundo, incluso la de aquellos que me las imponen y me acusan de ateo y apóstata.

Las religiones no dejan de ser un pretexto para guiar al ganado con la promesa de una vida mejor. De hecho, siempre han sido motivo de guerras y enfrentamientos para ver quién tiene el Dios más poderoso y anteponen la fe a la razón.

— Y: Señor, no tengo para dar de comer a mis hijos y mi vida es un infierno diario en busca de una prosperidad que nunca llega.

— D: No te preocupes, un día llegará el reino de los cielos y todos aquellos que han sido oprimidos se alzarán en nombre de su Dios.

— Y: Pero Señor… yo no quiero alzarme en contra de nadie. Solo quiero vivir en paz y ser feliz, no pido nada más.

— D: ¿Crees en mí?

— Y: No puedo, Señor.

— D: ¿Entonces por qué hablas conmigo?

— Y: Porque desde pequeño me lo inculcaron. ¡Pedid y se os dará! —me decían. Pero no es cierto.

— D: Eso es porque no pides las cosas de corazón.

— Y: ¿De corazón, Señor?; no hago otra cosa desde hace tiempo y no obtengo más respuesta que tu silencio. Cada día veo a esos a los que llamas “los malos” y todo les va bien. Yo no hago daño a nadie y sin embargo día a día se me hace más difícil seguir adelante.

— D: Ya te llegará la hora, existe un mundo más allá donde todos seréis iguales bajo mi manto… no desesperes.

— Y: Pero Señor… ¡Yo quiero que eso sea ahora, aquí!, ¿de qué me sirven las promesas de una vida mejor si no creo en ti? No solo no creo en ti, no creo en nada ni en nadie ya.

— D: Así nunca conseguirás tus metas.

— Y: ¿Me estás diciendo que todas aquellas personas que no creemos en ti no nos vamos a salvar?

— D: Yo no he dicho eso.

— Y: Es verdad… Tú nunca dices nada… Señor.

Érase una vez un angel que bajó a la tierra sin el permiso de Dios. Él solo quería saber si todo aquello que su creador decía era cierto.

Lo primero que perdió fueron sus alas y empezó a caminar por la tierra sin rumbo fijo. Observaba todas las maravillas que le rodeaban dando gracias por poder ver las altas montañas, el agua, los verdes paisajes fundidos en el horizonte con ese cielo inmenso y azul.

Lo que más le gustaba eran los atardeceres, ese sol escondiéndose tras la ladera de aquella imponente montaña que daba paso a la majestuosa Luna y a las estrellas.

— Yo quiero ser humano —se decía.

Anduvo durante años. Conoció a mucha gente, llegó a sentirse un humano más.

Un día, mientras caminaba por un sendero, divisó a lo lejos un pequeño pueblo. Al llegar se dio cuenta de que sus pobladores no sonreían. Todos iban serios sin hablar con sus congéneres. Se acercó a una fuente a beber la fresca agua que emanaba de un caño coronado con la efigie de un Ángel Caído.

— ¡No bebas de ahí! —le dijo una joven.

— ¿Por qué? —contestó el ángel.

— Está maldita, todo aquel que bebe de esa fuente se vuelve triste y pierde la esperanza.

— ¿Tú nunca has bebido? —le preguntó el ángel a la joven.

— No, yo nunca he probado ese líquido que emerge del infierno.

— ¿Del infierno? —preguntó asombrado el ángel.

— Sí. Todo aquel que la bebe reniega de Dios, de nuestro Señor.

Todo el pueblo tenía esa creencia. Aquella agua estaba maldita porque no venía del cielo, si no del infierno.

El ángel quiso ver si aquello era cierto y se adentró en el pozo por una gruta de la cual salía el agua hacia la fuente. Quería ver ese infierno del que todos hablaban. Una vez dentro, se dio cuenta de que todo el agua se iba remansando en una cavidad inmensa y que el agua llegaba allí filtrándose desde la bóveda.

Realmente el agua no venía del infierno, como todos decían, si no de las altas montañas, tras las copiosas lluvias y nevadas del invierno.

Volvió y quiso decírselo a todos pero nadie le escuchaba, y los que le escuchaban…, no le querían creer. Ellos ya tenían su fe y por más que les decía que aquella agua provenía de las nubes del cielo, que caía en forma de lluvia y que luego se filtraba hasta la poza… nadie le creyó.

La joven le preguntó:

— Si lo que dices es cierto, ¿por qué todo el que bebe de su agua se vuelve triste?

— No lo sé —contestó.

— Pues si crees que la fuente no está maldita, bebe y compruébalo tú mismo.

El ángel bebió y al poco tiempo le invadió una gran tristeza. No entendía nada. No podía ser que algo que provenía del cielo fuera tan malo.

Siguió su camino, pero ya todo lo que veía no era tan hermoso. La desesperanza le hacía llorar. No entendía nada. Aquellas personas a las que antes veía ayudarse unas a otras y convivir en paz, ahora se odiaban, discutían, se engañaban y se mentían.

— Este no es el ser humano que quiero ser —se decía lamentándose.

Tras reflexionar empezó a acordarse de todo lo que había dejado atrás y decidió volver con los suyos. Volvería a ser otra vez un ser alado, volvería tras sus pasos y pediría perdón por su pecado.

Al volver, se encontró con las puertas del cielo cerradas. Todos aquellos que un día fueron sus iguales le despreciaron pues ya no le reconocían sin sus hermosas alas y tuvo que volver a marcharse.

Durante años siguió vagando por la tierra. Cada vez que llegaba a un poblado veía que cada grupo tenía su propia fuente maldita. Cada nación tenía sus propias creencias sobre su fuente y todos le echaban la culpa de sus desgracias a las fuentes de los demás. El mal siempre provenía de los “otros” pero todos tenían algo en común. Todos te prometían la salvación y una vida mejor si seguías sus preceptos y creencias.

Llegó a la conclusión de que todas las fuentes eran una sola, que todo provenía del mismo manantial del interior de la tierra. La diferencia era que unos pueblos la llamaban de una manera y otros de una manera diferente, pero todo era lo mismo y decidió no creer en ninguna de las fuentes. Ya no bebería más de ninguna de las fuentes que encontrara por los caminos.

Siguió pasando el tiempo y sin darse cuenta, se había convertido en un ser humano. Ahora era crítico con las opiniones de todos los grupos, pueblos y naciones de la tierra. Pensaba y decidía por sí mismo, lo cual trajo consigo que mucha gente le tomara por loco, por apóstata y ateo.

— No se puede no creer en nada —le decían.

En realidad sí creía en algo. Creía en el ser humano, creía que cada uno tenemos nuestro propio Dios y nuestro propio Demonio. Creía que la vida nos lleva por diferentes caminos y nos hace beber de diferentes fuentes pero que somos libres para pensar por nosotros mismos. Creía que las opiniones de los demás eran eso… opiniones, que si bien respetaba, no tenían que ser dogmas de fe en los que se tenga que creer ciegamente. Creía que todos, sin excepción, tenemos derecho a equivocarnos, que todos lo hacemos y que nadie es quien para decir que estás equivocado, pues no hay mayor equivocación en la vida que pensar que solo tú tienes la razón en todo.

Para todo existen diferentes opiniones y credos y el mayor error que cometemos, nuestro mayor pecado, es encerrarnos en nuestras propias creencias sin querer ver las de los demás.

— D: ¿Entonces crees en mí?

— Y: No Señor, lo siento. No puedo creer en ti. Por más que quiera… no puedo.

— D: Pero sigues hablando conmigo…

— Y: Lo sé, pero que sea nuestro secreto. Ya sé que no me vas a conceder todo aquello que te pido día a día, pero por lo menos hazme ese favor y mantenlo en secreto. ¿Harás eso por mí, Señor?

— D: No lo sé.

— Y: Lo sé… Tú nunca sabes nada… Señor.

Las religiones siempre han sido el yugo de los pueblos. Yo no soy quien para decirle a nadie que está equivocado pero por favor… que no sean los mismos que piden respeto a sus creencias aquellos que insultan a otros por las suyas o simplemente por no tenerlas. La base de la convivencia es precisamente eso, ser generoso con los demás, aunque no piensen como yo. No puede pedir respeto aquel que no respeta, de la misma manera que no puede pedir justicia el injusto ni verdad el mentiroso.

Vivimos tiempos en los que se nos imponen formas de pensar, formas de ser y formas de actuar, pero si todos fuéramos capaces de darnos cuenta de que todos somos iguales, que todos respiramos el mismo aire y vivimos bajo el mismo cielo… posiblemente nos iría mejor

Nunca sabré si todo es verdad o si por el contrario todo es mentira. Nunca sabré si la existencia de Dios es real o solo el fruto de un gran cerebro que lo inventó para hacernos sentir inferiores y que sintamos el miedo que se siente cuando piensas que un día todo terminará y que después no habrá nada, o sí…

De hecho, el día que muramos nos enteraremos del final de la peli. Por un lado imaginar el corte que se debe llevar una persona no creyente cuando al morir vaya a esperarle uno de esos ángeles o por el contrario… el corte que se tiene que llevar una persona creyente que se queda esperando en su lecho de muerte y de repente la luz se apaga y ya no hay nada más.

No sé lo que pasará ese día y espero tardar mucho tiempo en saberlo, lo único que sí sé es que…

“Los Ángeles también pecan…”


«Los Ángeles también pecan»es un Texto original de 1331ocho registrado en SafeCreative con el número 1911012376214 y pertenece al Volumen 2 de Pensamientos… que nunca debieron salir de mi cabeza.

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Creo en la libertad de expresión y creo profundamente en que cada uno de nosotros tenemos nuestro punto de vista ante cualquier texto y que la interpretación de todo lo que se lee… es libre. Por lo tanto, nunca voy a entrar en una discusión sobre ideas o modos de entender y menos aún en puntos de vista por motivos ideológicos o de creencias religiosas.

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¿Me quieres?

¿Me quieres?

— ¿Me quieres?

— No lo sé…

… y era verdad, o quien sabe…, posiblemente tan solo era la excusa para marcharse. Con un “Sí” me habría quedado toda la vida esperando, pero al final fue un “no”.

Hay gente por aquí que dice que soy un negacionista y posiblemente sea verdad. Lo que pasa es que mi vida está rodeada de “noes” y al final termina siendo como un mantra que se repite una y otra vez.

Pasan los días, las semanas, los meses y ya… hasta los años y la respuesta a todas mis preguntas siempre es “no lo sé” o “no”.

¿Quién sabe?, a lo mejor es verdad que todos tienen razón y soy yo el único que se equivoca. Puede ser. A lo mejor siempre he vivido en una mentira recreada una y otra vez por esta cabecita que no hace más que pensar en lo que ”pudo ser y no fue”, puede ser…

Es curioso cómo pasa el tiempo y todo aquello que un día me hizo soñar se va desvaneciendo en el universo de mis noches. Esas noches largas como la esperanza del pobre, que día a día cree que un futuro mejor existe y que llegará ese día en el que ese “no” se convertirá en un “si”.

Cada día creo menos en todo, ya ni tan siquiera la creo a ella…, demasiadas mentiras, demasiados desprecios, demasiadas promesas incumplidas por parte de todos aquellos que un día estuvieron allí.

Posiblemente soy el culpable de todo. Culpable de su marcha, culpable de su olvido, culpable de su búsqueda de “un futuro mejor”. Puede ser… pero es que la felicidad se vende muy cara en estos tiempos que nos ha tocado vivir y cuanto más la espero, más desespero.

— Hay que mirar hacia delante — me dicen una y otra vez.

Pero… ¿cómo se puede mirar hacia adelante cuando no dejas de reprocharte a ti mismo todo lo que has perdido, todo lo que has dejado atrás?

— ¿Me quieres?

— No lo sé…

No me lo creo. Cuando alguien dice “no lo sé” puede ser por dos razones:

  1. No quiere decir “no”, porque en realidad es un “sí” pero con unas implicaciones emocionales en las que la “cabecita” puede al “corazón” y claro… si quieres tener un futuro acorde a tus expectativas económicas…, eso no te lo puedes permitir.
  2. Porque realmente no lo sabe… pero esta opción no me la creo. Por muchas dudas que tengamos sobre un asunto, todos sabemos lo que queremos y lo que no queremos en nuestra vida, lo que me lleva irremediablemente al punto 1.

Al final, en la mayoría de las ocasiones la respuesta en “no”, incluso con la certeza, equivocada, de que es lo mejor. Pero bueno…los días seguirán pasando y quien sabe, a lo mejor algún día uno se da cuenta de la equivocación y da marcha atrás diciendo que realmente lo que quiso decir era “sí” pero que en ese momento era lo mejor.

— ¿Mejor para quién? — eso tampoco lo sé.

El problema es que si se tarda mucho en dar marcha atrás, cosa que el orgullo por lo general no nos deja, al final se abre un espacio tan grande que ya la vista no alcanza a ver, ni la memoria a recordar y eso hace ya casi imposible alcanzar eso que soñabas y que deseabas con todo tu corazón y que te fueron arrancando poco a poco a base de mentiras.

¿Por qué las personas mentimos tanto?

A veces pienso que no es más que una medida de autoprotección en la que nos inventamos una vida idílica para no darnos cuenta de la mediocridad en la que vivimos inmersos. Una forma de engañarnos a nosotros mismos para no darnos cuenta de que nuestra vida está vacía.

El problema es que las mentiras crecen sin control y puede llegar un día en el que no sepamos distinguir lo que es verdad de lo que tan solo es nuestra imaginación. Quién sabe… a lo mejor la felicidad es eso, vivir en un universo de mentiras para no reconocer que realmente eso es lo que quieres, lo que dejaste marchar por tu cobardía y lo que sería peor… por el qué dirán.

Sin embargo, yo no pierdo la esperanza de que algún esa verdad gane. En realidad no soy tan negacionista como algunos dicen, simplemente soy otra gota de agua que el torrente arrastra sin ningún control en busca de un cauce que me lleve al inmenso mar de su sonrisa. ¡Dios mío…! esa sonrisa…

Mientras tanto, seguiré esperando a que vuelva a llover y que la vida vuelva a resurgir. El único problema es que la sequía mata la vida y la mía, hoy por hoy está moribunda y cada día que pasa veo más lejano el océano.

 

A quien le pueda interesar…

Siempre que escribo, pienso en aquellas personas que quizá puedan estar leyendo mis “Pensamientos”, esos que nunca debieron salir de mi cabeza y me pregunto:

— ¿Alguien se dará por aludid@?

— ¿Qué pensarán?

— ¿Nos pasarán las mismas cosas?

— ¿Estarán de acuerdo con lo leído o no?

La realidad es que no lo sé, pero si tú también eres “otra gota de agua” deja tu comentario. No importa si estás de acuerdo o no con lo escrito. De hecho no tienes por qué estarlo. Nos podrán robar día a día todos nuestros sueños, pero lo que nunca nadie nos podrá quitar es el poder expresarlos libremente, aunque lo intenten.

Hace un tiempo recibí un mensaje de una persona que me dijo que borré unos de los comentarios que puso y no es verdad. Yo no borro ningún comentario, sea bueno o malo, sobre lo que escribo. Lo que pasa es que no se publican los comentarios que llevan adosados “links” a otros sitios, el sistema los considera spam y los rechaza.

Tampoco suelo responder a los comentarios pero es por una razón… Esté o no esté de acuerdo con un comentario, creo en la libertad de expresión y creo profundamente en que cada uno de nosotros tenemos nuestro punto de vista ante cualquier texto y que la interpretación de algo que se lee… es libre. Por lo tanto, nunca voy a entrar en una discusión sobre ideas o modos de entender y menos aún en puntos de vista por motivos ideológicos o de creencias.

No me creo tan importante como para decirle a nadie que está equivocado. De hecho, yo me equivoco todos los días más veces de las que posiblemente sería lo recomendable. Por lo tanto, una persona que como yo, se equivoca tantas veces, no creo que sea la más recomendada para decirle a nadie lo que es verdad o lo que es mentira y si se equivoca o no se equivoca.

Eso sí, como he escrito en otras ocasiones en mi blog…

“Una mentira, por muchas veces que se repita…

¡Nunca será verdad!”

 


«¿Me quieres?»es un Texto original de 1331ocho registrado en SafeCreative con el número 1910302357315 y pertenece al Volumen 2 de Pensamientos… que nunca debieron salir de mi cabeza.

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Creo en la libertad de expresión y creo profundamente en que cada uno de nosotros tenemos nuestro punto de vista ante cualquier texto y que la interpretación de todo lo que se lee… es libre. Por lo tanto, nunca voy a entrar en una discusión sobre ideas o modos de entender y menos aún en puntos de vista por motivos ideológicos o de creencias religiosas.

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¿Qué quieres?

¿Qué quieres?

Nunca he conseguido leer la mente de nadie ni lo pretendo, pero a veces me gustaría saber qué es lo que realmente quiere la gente en su vida. Algunas personas se decantan por el dinero, otras por el amor, otras por sus ideales, otras simplemente esperan que pase algo, otras se dejan llevar por lo que los demás digan dejando a un lado todos sus sueños… no vaya a ser que les den la espalda esos mal llamados “amigos”.

Es importante tener amistades, personas que en todo momento estén ahí para echar unas risas, para tomar unas copas, para salir de fiesta un día determinado de la semana pero… ¿y después qué?

Después cada uno sigue con su vida, cada uno tiene sus propios problemas, cada uno sabe qué es lo que quiere en la vida. Bueno… eso no es del todo cierto.

Existen personas que no saben ni lo que quieren, personas que dicen una cosa por la mañana, cambian de opinión por la tarde y que por la noche son capaces de negar lo que dijeron ayer. Y qué decir de cuando dicen una cosa y luego… a hablar con terceras personas cambian todo su argumentario en función de lo que hayan escuchado, de lo que les hayan metido en la cabeza o peor aún… de lo que les hayan prometido en un momento dado después de dos cervezas. En fin, estas personas no saben ni lo que quieren.

Luego están aquellas personas que van a por todas sin importarles nada ni nadie, solo se importan ellas mismas. Son capaces de engañar a cualquiera, adulan por doquier, son muy buenas personas y todo les parece bien. Cuando se les lleva la contraria o se intenta que desaparezcan de tu vida… suelen echarse a llorar como niños, demostrando así lo buenos actores que suelen ser. Dar pena debería estar considerado como “arte” porque hay que ser todo un artista para engañar una y otra vez a base de lágrimas. Yo les llamo “los llorones” y lo peor de todo no es que existan, que de todo debe haber en la viña del señor, lo realmente increíble es que haya gente que les crean una y otra vez y que caigan en sus redes por el simple hecho de no estar solas.

¿Qué es lo que realmente quiere cualquier persona?

La respuesta es sencilla, ser feliz, pero la realidad no suele acompañar a la respuesta a todas aquellas personas que realmente no saben qué es lo que quieren. Estas personas van dando bandazos por la vida, buscando esa felicidad que tanto ansían. Son capaces de perderla cuando la han conseguido simplemente por el hecho de que siguen buscando sin darse cuenta de que ya la habían encontrado.

Hoy en día, existe un poderoso caballero, llamado “Don Dinero” que nos hace ser buenos o malos a los ojos de los demás. Esa frase que reza “tanto tienes, tanto vales” es una realidad indiscutible en nuestra sociedad y nos hace ver las cosas desde un punto de vista material, incluso en el amor. Qué lejos quedan esas historias en las que los protagonistas anteponían su amor al dinero. Ahora es motivo de separación y búsqueda de “un futuro mejor”.

Ya no importa el no estar enamorado de otra persona, si ésta tiene dinero y me puede garantizar un futuro de prosperidad y tranquilidad, si me puede llevar de viaje o a restaurantes caros… pues “adelante y que sea lo que Dios quiera”. Total, el roce hace el cariño y puede que con el tiempo hasta me enamore. El problema es que siempre he pensado y sigo pensando que todo aquello que nace del interés y de una mentira… siempre será una mentira y tarde o temprano está abocado terminar mal por una sencilla razon… hay personas que no saben lo que quieren y nunca van a ser felices con lo que tienen porque siempre estarán pensando en lo que dejaron atrás que casualmente… era lo que querían.

Por lo tanto… la verdadera pregunta no es ¿qué quieres?, la verdadera pregunta sería…

“¿Qué es realmente lo que quieres?”


«¿Qué quieres»es un Texto original de 1331ocho registrado en SafeCreative con el número 1910302357278 y pertenece al Volumen 2 de Pensamientos… que nunca debieron salir de mi cabeza.

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Creo en la libertad de expresión y creo profundamente en que cada uno de nosotros tenemos nuestro punto de vista ante cualquier texto y que la interpretación de todo lo que se lee… es libre. Por lo tanto, nunca voy a entrar en una discusión sobre ideas o modos de entender y menos aún en puntos de vista por motivos ideológicos o de creencias religiosas.

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Nunca digas nunca jamás

Nunca digas nunca jamás

— ¿Puedes hablar?

— Será mejor que ya no hablemos, no vaya a ser que entre mis palabras se incluya eso que tú llamas reproches y que te hacen sentirte tan mal. Además… no vaya a ser que se enteren de que vuelves a romper otro de tus pactos y te hagan devolver todo aquello cedido por la venta de tu alma, esa paz y ese habitáculo al que siempre puedes volver en caso de que te vayan mal las cosas.

Estas fueron las últimas palabras que se dijeron, o quién sabe… lo mismo ni si quiera se dijeron pero… ¡qué más da!, ya nunca más volvieron a cruzarse. Todo por esa mal entendida felicidad o quien sabe… lo mismo todo había sido orquestado desde el principio y él solo fue una pieza más de todo aquel puzle. Quizá no era más que el pretexto para que ella lograra salir de su jaula y una vez fuera… Ya no era tan necesario.

No solo no era necesario, en realidad era una carga porque ella solo había querido desprenderse de esa losa que era su vida y conseguir una felicidad a la carta que difícilmente puede llegar a cumplirse pero bueno… por lo menos lo intentó. Eso sí, dejó sus cadáveres consciente o inconscientemente, eso nunca lo sabré porque aunque alguna vez llegue a escuchar una explicación, no creo que pueda creer nada. Cuando todo es una mentira, hasta la verdad se disfraza y no es posible creerla.

“Es difícil creer una verdad cuando se mezcla con tantas mentiras”

Lo que no consigo entender, y no creo que nunca lo consiga, es cómo alguien puede dormir después de destrozar la vida y los sentimientos de otro. Y lo digo por experiencia porque a mí me pasó hace años, hice mucho daño a una persona que no lo merecía y desde entonces no duermo. Hay quien dirá que mi insomnio es producido por otras muchas cosas y es posible pero… la verdad es que desde hace años no consigo dormir más de dos horas seguidas y las noches no es que sean largas, son eternas pero… ¡qué más da! Lo verdaderamente importante es “esa paz” y “ese habitáculo” donde poder volver en caso de que las cosas vayan mal, ¿no?

Por cierto, esta es otra de las cosas que a pesar de que la mayoría de la gente diga que es lo correcto, yo no consigo entender ni compartir:

Muchos se empeñan en dejar cosas preparadas por si lo que tienen entre manos no les va bien, lo que a mi juicio ya les predispone a que nada realmente les va salir como realmente desean. Si constantemente vives pensando que lo que tienes como presente va a salir mal o puede salir mal… terminará saliendo mal y es entonces cuando yo me hago una pregunta:

— ¿Esta gente disfruta de la vida?

Personalmente creo que no, porque siempre están preparando la huida por esa posibilidad de fracaso y claro… tanto piensan en el fracaso de su presente que tarde o temprano, como tienen que tener la razón en todo, terminan provocándolo. Eso sí… siempre son los demás los culpables y si les pides explicaciones, siempre pueden decir que son reproches.

Yo le haría una pregunta a mucha gente:

— ¿Qué es lo que realmente queréis?

La mayoría de la gente no sabe contestar a esta pregunta porque quiere muchas cosas y muchas de ellas son incompatibles… y cuando tienen que priorizar se dan cuenta de que hay cosas realmente imprescindibles y otras que no lo son del todo y a estas últimas se les va dando salida, en algunas ocasiones digna y en otras de la forma más cruel y sin anestesia, cosa que por lo general… suele ser lo más habitual.

Por eso, nunca digas “nunca jamás”, porque nunca sabes qué es lo que vas a tener que pagar a cambio de tu paz, de esa falsa felicidad y del habitáculo que te van a ceder para que pases tus horas con aquellos que perdonándote la vida después de haberte echado de la suya tiempo atrás, te vuelven a atrapar a cambio de que entierres tu corazón en el lodo y de que reniegues de tus sueños y tus pensamientos. Esos pensamientos que un día te hicieron volar y que poco a poco fuiste volviendo a encerrar en su jaula de cristal para que nadie se diera cuenta que de vez en cuando vuelves a pensar preguntándote si te equivocaste o no. Tú sabrás.

— ¿Te equivocaste?

Eso solo el tiempo lo dirá, el problema es que si al final te das cuenta de que te equivocaste… ya no tendrá remedio.

Yo nunca doy consejos o por lo menos lo intento. Sigo esa frase de Sabina que dice: “¿Qué consejos voy a darte yo?, que ni siquiera sé cuidar de mí”. Pero hoy… voy a dar uno.

Ten cuidado con la gente más cercana, esas «personitas» que se disfrazan de aliadas y te dicen lo importante que eres. Esas que te hacen la pelota diciendo en cada momento lo que quieres oír y que sin embargo sin darte cuenta, te hacen hacer todo lo que te dicen que debes hacer y te manipulan de tal manera que nunca te vas a dar cuenta, porque claro… ¿cómo van a querer ellas algo malo para ti?

Y no es que quieran algo malo… realmente no es eso. Lo que quieren en lo mejor para sí mismos sin importarles nada las demás personas y para conseguir sus propósitos no les importará nada lo que a terceras personas les pueda suceder, ni siquiera a ti. Tú solo eres otro instrumento más.

El problema es que lo hacen con todos, esa es su estrategia. Dividir y quitarse de en medio aquellas personas que en un futuro pueden llegar a ser molestas porque realmente ellas piensan que son el centro de atención de todo y sin darte cuenta son los que más te extraen la sangre y se aprovechan de ti.

Un día se irán con el pretexto de que ya tienen años para volar por su cuenta y ese día… ese día te darás cuenta de que nunca debiste decir “nunca jamás” y de que nunca fue una aliada, más bien fue todo lo contrario, pero bueno… tú, por unos años encontraste esa paz, aunque fuera de mentira, esa mal llamada felicidad y ese habitáculo al que volver todas las veces que “todo” salió mal y del que en realidad… nunca saliste.

Posiblemente, la verdadera pregunta es:

— Y… ¿después qué?

 

Nunca digas, nunca jamás

…porque jamás es demasiado tiempo


«Nunca digas… nunca jamás»es un Texto original de 1331ocho registrado en SafeCreative con el número 1910302357254 y pertenece al Volumen 2 de Pensamientos… que nunca debieron salir de mi cabeza.

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Soledad

Soledad

Según la Rae, la soledad es:

  1. Carencia voluntaria o involuntaria de compañía.
  2. Lugar desierto, o tierra no habitada.
  3. Pesar y melancolía que se sienten por la ausencia, muerte o pérdida de alguien o de algo.

Por supuesto, nos centraremos en las acepciones 1 y 3.

Todos en algún momento de nuestra vida nos hemos sentido solos, abandonados por esas personas a las que creíamos que nunca perderíamos. La cuestión no es el hecho de estar solo sino de sentirse solo. La soledad puede ser una gran amiga y la peor de tus enemigos. Puede hacerte conocer lo más profundo de tu alma, tanto para bien como para mal y con el tiempo puede llegar a destrozarte sin ninguna compasión.

Hay momentos en la vida en los que esa soledad hasta puede parecer una bendición. Nadie que te diga lo que debes hacer en cada momento. Nadie que te diga cómo debes pensar, hablar y actuar. Nadie que controle tus movimientos ni tus aficiones. Nadie que te imponga horarios ni costumbres. En definitiva… la libertad absoluta las veinticuatro horas del día sin una voz que te diga lo que toca hacer en cada momento.

Puede parecer maravilloso, por lo menos por algún tiempo, pero no nos engañemos, somos seres humanos y necesitamos contacto con otros seres como nosotros. Aunque solo sea para maldecir todo aquello que nos imponen y para renegar por nuestra falta de libertad. Si no nos quejamos por algo, perdemos precisamente eso que nos hace humanos.

Aunque lo neguemos, necesitamos llevar la contraria a alguien, unas veces teniendo razón y otras no. La cuestión es poder llevar la contraria a alguien.

Eso sí, si se entra en ese juego, tienen que ser los dos responsables de sus actos y ser conscientes de que unas veces ganará uno y otras veces ganará el otro. No puedo entender una relación en la que siempre uno tiene la razón sobre todo y el otro no puede decir nada sin que se consideren reproches todas sus palabras.

Todos nos equivocamos, eso es cierto, pero ¿sabemos todos asumir de la misma manera esas equivocaciones o pensamos casi siempre que la culpa es del otro?

La soledad es muchas veces la consecuencia de nuestra falta de autocrítica. Aunque pueda parecer una opción, a la larga no lo es. La soledad impuesta por la vida no deja de ser un castigo que día a día pasa de ser algo momentáneo a ser un modo de vida en el que hasta te puede llegar a molestar la compañía. Puede llegar un momento, si no nos damos cuenta, que hasta nos puede llegar a molestar que nos dirijan la palabra por el miedo a que nos lleven la contraria.

Según pasa el tiempo y esa soledad se instala en nuestra vida, llega un momento en el que todo da lo mismo. Si hablan bien de no nosotros… bien, si no… pues también bien.

Si algo tengo seguro en esta vida, es que nunca más voy a forzar una situación. Que venga lo que tenga que venir y que se vaya lo que se tenga que ir. El que esté… que esté porque quiera estar y el que se quiera ir… tal día hará un año y quien sabe… lo mismo hasta en navidad o en el día de su cumpleaños, si me acuerdo, les felicitaré si es que no se me pasa la fecha, cosa que por cierto no sería nada raro. Total, ¿para qué forzar a nadie ni a nada a que se quede si realmente no está de corazón?

Soledad, si alguna vez te vuelvo a encontrar, ya no te voy a esquivar pero si te quieres ir… te vas.

Si te quieres quedar, siempre tendrás un rincón a mi lado donde llorar pero nunca digas que estás sola… tú eres la “soledad” y siempre estarás acompañada de solitarios como yo y sí… precisamente eso es lo que te hace tan importante y tan insignificante al mismo tiempo.

Te crees imprescindible y no lo eres.

Te crees poca cosa… y lo eres todo.

Puede parecer una contradicción pero no lo es del todo. Aquel que en algún momento de su vida haya convivido con la soledad sabe que puede ser lo mejor y lo peor. Sabe que puede llegar a tocar el cielo con ella y descender a los infiernos en un instante. Sabe que es una relación de amor odio difícil de digerir. Algo que como todo aquello que no se tiene, se desea y en el momento que lo consigues… no sabes qué hacer para que se vaya de tu lado. Todo eso es la soledad… y mucho más.

Hay gente que dice que es mejor estar solo que mal acompañado y puede que tengan razón, yo no soy quien para juzga a nadie. Lo único que sé es que la soledad no es una buena compañera de camino, por algún tiempo puede ser buena y afable pero con el tiempo sale su verdadera naturaleza destructiva y te va ahogando hasta que llega un momento que pierdes todo aquello que creías que eras. Te atrapa y no te deja ser tú. Te apresa de tal forma que ya no existe nada más y lo peor de todo es que el único culpable de tu soledad eres tú. Ella nunca va a tener la culpa de nada porque “ella” está porque tú te quedaste solo por culpa de tu mala cabeza, de tus absurdos sueños y de la confianza que pusiste en personas que no la merecían porque no saben estar solas igual que tú, esperando el momento exacto para conseguir todo aquello que soñabas, sin claudicar ante los chantajes ni las amenazas de nadie porque creías en algo con todo tu corazón y sobre todo… sin utilizar a nadie como moneda de cambio para conseguir una ficticia paz con aquellos que te menospreciaron, insultaron y te expulsaron de su vida con mentiras tan solo para conseguir algo material.

Puede que la soledad termine siendo mi compañera lo que me queda de existencia. Si es así, voy a tener que acostumbrarme y yo no soy de los que se amolda fácilmente a lo que viene impuesto por ese destino en el que nunca he creído y al que siempre se le echa la culpa de nuestras gracias y desgracias.

En fin… que sea lo que tenga que ser.

Si la soledad quiere quedarse conmigo… bienvenida sea.

Si la soledad se quiere ir… tal día hará un año.

“Quiero estar solo con alguien más que quiera estar solo

(Dimitri Zaik)


«Soledad»es un Texto original de 1331ocho registrado en SafeCreative con el número 1911012376214 y pertenece al Volumen 2 de Pensamientos… que nunca debieron salir de mi cabeza.

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“Ayuda” es una palabra que cuesta mucho pronunciar cuando la necesitas porque muchas veces nos hace sentirnos inferiores a los demás.

Nuestro ego no nos permite sentirnos por debajo de otras personas. Creemos que si pedimos ayuda nos estamos infravalorando.

A todos, en un momento dado nos gusta decir que ayudaríamos a cualquier persona, en cualquier caso y a cualquier precio. Nos encanta sentirnos héroes salvando a pobrecillos que no saben cuidarse de sí mismos pero… ¿es eso realmente cierto?, ¿de verdad estamos cuando se nos necesita?, ¿somos capaces de escuchar los “gritos del silencio”?

El silencio, muchas veces puede llegar a ser un grito atronador y no todas las personas saben escucharlo. El hecho de no quejarse no es síntoma de que todo va bien. Puede que sí, pero en ese caso se diría eso… todo va bien. A mí, los silencios siempre me han dado mucho miedo por lo que ocultan. Casi siempre son un síntoma de que algo no va todo lo bien como debería ir pero… también hay que saber interpretarlos de manera correcta y no es nada fácil.

Hay personas de todos los tipos y colores que se expresan de mil maneras diferentes, pero los silencios son muy característicos de algo no tan bueno, sea como sea la persona y su manera de ser.

Las veces que he podido gritar y pedir ayuda en el más absoluto de los silencios, angustiado por situaciones que se iban sumando y que me hacían hundirme más y más… sin que nadie me escuchara.

Atormentado por no saber decir en voz alta lo que mi alma grita hasta desgarrar esas paredes invisibles a los ojos de los demás mortales con los que día a día vivo en la cercanía del “hola” y “adiós” o esas eternas charlas en la distancia que terminan con un “hasta mañana” en el mejor de los casos, con una falsa esperanza o con la acusación de estar reprochando algo si se me ocurre decir que hay cosas que no consigo entender…

¡Porque no las entiendo!

Entonces intentas cerrar los ojos para dormir y terminas dándote cuenta de que el sueño tampoco viene a visitarte esa noche, posiblemente porque también se olvidó de que le necesitabas al no saber pedir ayuda ni tan siquiera para eso y es entonces cuando te sorprendes mirando el techo en la oscuridad contando los segundos, los minutos y las horas. Dando vueltas como si con eso consiguieras encontrar esa posición que te haga descansar por fin.

Entonces gritas… ¡Ayuda!, pero no hay nadie. Nadie escucha tu grito, nadie viene en tu ayuda.

Y así pasan los días y las noches. Por más que gritas… nadie te escucha.

Llegará un día en el que alguien se preguntará qué fue de aquel personaje que ya no dice nada, que ya no hace reproches porque ya no pregunta el por qué pasaron las cosas como pasaron y ya será demasiado tarde porque ya no estará.

Se habrá ido gritando, eso sí… en silencio, como siempre. No vaya a ser que al final sea verdad y exista “ese Dios” del que algunas personas hablan y por el camino a esa otra existencia le impida llegar a todo aquello que negó en vida porque simplemente no entendía las cosas. Porque simplemente no supo gritar para que todo el mundo le escuchara. Porque simplemente nadie quiso escuchar sus gritos en la inmensidad de su silencio.

Entonces algunos dirán que no sabían nada, otros que no podían hacer nada y los demás… los demás seguirán con su día a día y seguirán diciendo que ayudarían a cualquier persona en cualquier caso y a cualquier precio y así su conciencia seguirá estando libre de toda culpa, eso sí… con los oídos tapados, no vaya a ser que por error escuchen algún grito en su inmenso silencio.

“No hay nada más atronador en la cabeza que los gritos del silencio”


«Help me!» es un texto original de 1331ocho registrado en SafeCreative con el número 1910302357230 y pertenece al Volumen 2 de Pensamientos… que nunca debieron salir de mi cabeza.

Imagen cara grito en el logotipo 1331ocho by: Shane Foreman



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Creo en la libertad de expresión y creo profundamente en que cada uno de nosotros tenemos nuestro punto de vista ante cualquier texto y que la interpretación de todo lo que se lee… es libre. Por lo tanto, nunca voy a entrar en una discusión sobre ideas o modos de entender y menos aún en puntos de vista por motivos ideológicos o de creencias religiosas.

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Esperanza

Esperanza

Según la Rae, la esperanza es:

Estado de ánimo que surge cuando se presenta como alcanzable lo que se desea.

La esperanza es algo muy peligroso porque te hace creer que puedes alcanzar aquello que deseas. Al mismo tiempo es necesaria para salir adelante cuando todo se torna oscuro pero… ¿qué pasa cuando malinterpretamos las palabras de alguien y eso nos da una falsa esperanza?

Siempre se ha dicho que no hay palabras mal dichas, sino mal interpretadas y puede que sea verdad pero… no es menos verdad que resulta muy difícil interpretar algunas palabras cuando ante una pregunta de “sí” o “no”, te contestan con cincuenta cosas diferentes y ninguna de ellas es una de esas dos, que es realmente lo que quieres saber.

Todos pensamos sin darnos cuenta que los demás nos entienden cuando escribimos o decimos algo. Pensamos que la gente toma nuestras palabras igual que son pronunciadas pero cada día estoy más convencido de que eso no es así. Cada uno de nosotros, sin excepción, tenemos una manera diferente de ver la vida, de ver lo que es o no es importante. Lo que para unos es básico… para otros resulta intrascendente.

Por eso, hay que tener mucho cuidado con lo que se dice y sobre todo con lo que se escribe porque siempre va a haber alguien que te va a corregir como si supiera en todo momento qué te llevó a decir o a escribir algo.  Eso sí… las palabras se las puede llevar el viento, pero lo escrito… escrito queda a pesar de las muchas interpretaciones que pueda llegar a tener.

Aparte de si se está de acuerdo o no con algo, cosa que me parece lo más normal del mundo, existe otro factor que puede llegar a dar problemas con lo que se escribe. Me refiero a la comprensión lectora de cada uno de nosotros. Llevo toda mi vida observando a la gente y su forma de actuar ante cualquier tipo de información y he llegado a las siguientes conclusiones:

  1. Es prácticamente imposible que tras leer un texto, todos obtengan la misma versión de los hechos.
  2. A la hora de asimilar una información, es increíble cómo ésta cambia según el estado de ánimo de la persona lectora.
  3. La mayoría de la gente lee lo que quiere leer, dando por bueno aquello que se amolda a su manera de pensar, rechazando aquello con lo que no está de acuerdo.
  4. Hay muchas más posibilidades de que un texto te guste si sabes quién lo ha escrito y si te gusta el autor o autora. Es muy curioso cómo algo escrito por alguien que no nos gusta o por alguien con el que en un momento dado estamos enfadados nos produce automáticamente un rechazo y no nos gusta.
  5. Puedes estar haciendo “loas” a alguien o a algo, que como la persona que lee en ese momento esté en tu contra por alguna razón, tan solo va a recordar al final del texto cualquier cosa, por pequeña que sea en su contra, dejando a un lado (como si no las hubiera leído) todas las alabanzas hacia su persona.
  6. Hoy puedes escribir algo y al día siguiente estar totalmente en desacuerdo, lo que demuestra que al igual que al leer, el estado de ánimo es fundamental a la hora de escribir. Hay días que ves las cosas de color azul celeste de día y negro pero con un millón de estrellas por la noche y otros días se torna gris y por las noches desaparecen todas las estrellas del firmamento.

La mente… esa “cosa” intangible, en ocasiones maravillosa y por momentos odiosa… nos puede hacer pasar momentos únicos y horribles por igual. Ojalá todo fuera como las matemáticas en las que dos más dos siempre suman cuatro pero no… la vida no es así. Hay veces que la suma puede dar cinco y en ocasiones tres. Hoy estás arriba y mañana abajo sin darte cuenta.

Qué importantes pueden llegar a ser unas palabras de aliento para no seguir cayendo en el abismo. Tan importantes pueden ser que se pueden convertir en un flotador y si consigues agarrarte a ellas con todas tus fuerzas… pueden llegar a salvarte. Eso sí, siempre con el miedo de si al otro lado de la cuerda seguirá estando mañana la persona que te la lanzó o si solo era una esperanza infundada porque simplemente entendiste mal lo que la otra persona quiso decir o peor aún… porque entendiste lo que deseabas en ese momento porque era lo que necesitabas entender.

Ojalá hubiera alguna manera de saber si las demás personas han entendido al cien por cien lo que has querido expresar en cada momento pero como soy consciente de que eso no es así, tendré que confiar en esa “capacidad lectora” de aquellas personas que sean capaces de perder su precioso tiempo en leer estas líneas que no dejan de ser otro pensamiento que a lo mejor nunca debió salir de mi cabeza pero… es que por suerte o por desgracia, tengo la esperanza de que alguna vez no sean mal interpretadas mis palabras, que simplemente se lean y  se juzguen tal y como han sido escritas. No tienes que estar de acuerdo con ellas. De hecho… siempre he creído y sigo manteniendo que si todos pensáramos igual… la vida sería muy aburrida. No hay nada más tedioso en el mundo que estar dando la razón por sistema a todos y todas. Yo creo en la libertad de pensamiento y que cada uno es libre de pensar lo que quiera, incluso es libre hasta para no pensar.

Cuidado con la “Esperanza”. Es algo muy peligroso porque nos hace soñar con que es posible alcanzar lo que deseamos. Si es así y al final lo conseguimos… incluso alguien nos echará en cara la suerte que hemos tenido o que lo hemos conseguido gracias a Dios. Si no es así, si no conseguimos nuestros deseos, esa misma persona nos reprochará que no hemos hecho lo suficiente para lograr nuestros objetivos. Lo dicho… cuidado con esas palabras que pueden ser mal interpretadas y que aunque en un momento dado pueden ser un bálsamo, a la larga se pueden convertir en una losa difícil de levantar y de mantener porque ante todo hay que ser coherente con uno mismo. El hecho de decir algo en un momento de debilidad para quedar bien… no exime de responsabilidad y esa persona a la que has dado esperanzas puede que algún día te recuerde tus palabras.

La pregunta es… ¿estarás ahí si eso ocurre?

“No des nunca esperanzas a alguien que desea algo de corazón porque si al final no cumples… le estarás haciendo más daño del que crees”


 

«Esperanza» es un Texto original de 1331ocho registrado en SafeCreative con el número 1910302357223 y pertenece al Volumen 2 de Pensamientos… que nunca debieron salir de mi cabeza.

Imagen manos en el logotipo 1331ocho by: Zhivko Dimitrov



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El sueño incumplido

El sueño incumplido

Érase una vez un sueño que nunca pudo cumplirse porque la estrella de la que dependía… se apagó.

Él siempre creyó en sus palabras:

“Mientras queden estrellas… podemos seguir pidiendo deseos”

Y precisamente eso fue lo que ocurrió, se apagaron las estrellas por culpa de sus mentiras. La noche ya nunca más se iluminaría.

— ¿Qué quieres? —simplemente pregunté.

— No quiero nada. No te preocupes —contestó.

Yo sé que no siempre es necesario, pero a veces me gustaría saber por qué. No creo que pida mucho. Solo un “¿por qué”, porque entre mis innumerables defectos se encuentra el que no poseo el don de la adivinación. No soy adivino y no sé lo que pasa por la cabeza de esas personas que simplemente dicen que no pasa nada y desaparecen sin dar ninguna explicación y luego se hacen las mártires renegando de su vida y de su infelicidad. Quien sabe… a lo mejor hasta eso también es mentira y simplemente viven de dar pena.

Esto pretendía ser un cuento sobre un sueño que nunca pudo cumplirse y ni siquiera eso se va a cumplir. Así que me ahorro eso de “y fueron felices…” porque no lo fueron. También me ahorro eso de “colorín colorado…” porque el cuento nunca acabó. Simplemente no existió como “ese sueño que nunca se cumplió”

Si alguien lee esto alguna vez… que sea valiente y escriba en los comentarios “ese sueño que nunca se cumplió” porque no nos engañemos, todos tenemos un sueño que nunca se cumplirá.

“Yo sé que no siempre es necesario, pero a veces me gustaría saber por qué”.


«El sueño incumplido» es un texto original de 1331ocho registrado en SafeCreative con el número 1910302357216 y pertenece al Volumen 2 de Pensamientos… que nunca debieron salir de mi cabeza.

Imagen estrellas by: PublicDomainPictures


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Intuición

Intuición

Hace unos días leí:

Intuición

“Es eso que sabes,

que no sabes cómo sabes pero sabes que lo sabes”

… y la persona que lo puso como estado de su perfil se quedó tan a gusto, al mismo tiempo que desaparecía.

Cualquiera que lea esta frase deprisa, puede llegar a pensar que es un deshecho de filosofía y verdades ocultas pero, ¿qué es realmente la intuición?

Según la Rae, Intuición es:

  1. Facultad de comprender las cosas instantáneamente, sin necesidad de razonamiento.
  2. Percepción íntima e instantánea de una idea o una verdad que aparece como evidente a quien la tiene.

¿De verdad tenemos ese poder?

¿No será más bien un mecanismo de defensa porque no nos fiamos de nadie y siempre queremos dar una explicación a nuestra medida?

¿No será que necesitamos inventarnos nuestra propia verdad para no asumir lo que pensamos realmente y así no sentirnos culpables por nuestros actos?

¿No sería más sencillo preguntar al otro directamente antes hacer “elucubraciones” que a lo único a lo que llevan es a sentirnos mal pensando que el otro siempre está en nuestra contra y que solo nosotros tenemos la razón?

Ese mal llamado “Instinto” ha destrozado, destroza y destrozará a personas que han sido, son y serán juzgadas por una simple percepción mental. Simplemente juzgadas y sentenciadas por esa “falsa facultad” que algunas personas tienen de comprender cosas automáticamente.

Si alguna vez razonaran y no se dejaran llevar siempre por esa “intuición”, las cosas irían mejor. Yo prefiero el “hablar” a la “intuición”. Prefiero un “¿por qué?” a un “no me hacen falta explicaciones”. Prefiero un “lo siento” a un “ya lo sabía yo”. Prefiero una conversación a que otros me laven el cerebro y no me dejen ser quien soy y lo más importante… prefiero ser yo el que se equivoque a equivocarme porque otros me digan lo que tengo que pensar, decir o hacer.

La intuición es muy peligrosa porque es algo muy íntimo que depende fundamentalmente de nuestro estado psíquico y que siempre va a anteponer “mi YO” a de los demás y no deja de ser una “falsa” autoprotección para no dar la cara y para esconder la cabeza bajo la tierra. Más aún cuando lo que se disfraza es la falta de personalidad intentando llamar “intuición” a los comentarios interesados de terceras personas que lo único que hacen es maquillar la realidad y manipularla.

Yo no creo en la intuición, más bien creo que cada uno nos inventamos nuestra propia realidad y cuando algo no nos cuadra… tenemos que hacer que cuadre como sea para no sentirnos culpables.

Lo peor de todo… es que hay personas que aparte de tener esa “intuición” a la que siempre hacen caso… además lo llevan a gala y no se dan cuenta de que no es “intuición”, sino manipulación. Pero bueno… como se suele decir:

“Sarna con gusto no pica” y yo no soy nadie para decirle a nadie cómo debe ser, no soy nadie para decirle a nadie como debe actuar y menos aún cómo debe pensar. De eso ya se encargan otras personas… y lo hacen muy bien, vaya si lo hacen…

“No llames Intuición a tu cobardía”

“Pasarán los años…

…algún día será demasiado tarde”


«Intuición» es un texto original de 1331ocho registrado en SafeCreative con el número 1910302357209 y pertenece al Volumen 2 de Pensamientos… que nunca debieron salir de mi cabeza.

Imagen fondo logotipo 1331ocho by: Gerd Altmann



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Tú mism@

Tú mism@

Tú mism@

Nos empeñamos día a día en ser lo que no somos, tenemos la necesidad de ser aceptados por los demás de tal forma que somos capaces de anularnos nosotros mismos con tal de que los demás nos acepten y nos den el privilegio de estar a nuestro lado.

Pues no…señores y señoras. No estoy dispuesto a vender mi alma por un saludo, por una amistad, por un hola, por un abrazo o por una palmadita en la espalda. Nunca lo he hecho y nunca lo voy a hacer. Me parece vergonzoso y éticamente reprobable el venderse a sí mismo como lo que no eres.

Toda mi vida he sido así, con mis pocas virtudes y mis innumerables defectos y a quién no les gusten… ya saben lo que tienen que hacer.

No estoy dispuesto a adaptarme a nada ni a nadie. Estoy harto de la falsedad de una sociedad que me dice lo que tengo que pensar, lo que tengo que decir y lo que tengo que hacer en cada momento para ser uno más del rebaño y no… no quiero ser “uno más del rebaño”. ¡Yo soy yo! Y a quien no le guste, que se busque aquello que más le convenga en cada momento de su existencia.

Lo más curioso de todo es que aquellas personas que más juzgan… son aquellas que primero desaparecen y ¿sabéis por qué?

Porque no son “ellos mism@s”. Simplemente son una copia mal impresa de lo que un día fueron. Son como las fotocopias de las fotocopias que con cada copia van perdiendo calidad hasta que llega un momento en el que ya no saben realmente quienes son.

Yo me niego a eso. Me niego a ser clonado. Me niego a ser una copia de mí y me niego a fingir ser lo que no soy. Es posible que nunca consiga realizar mis sueños pero por lo menos nadie me podrá decir que los compré vendiendo mi alma por una ficticia felicidad dada por mi adaptación a cualquier cosa, situación o persona que se cruzara por casualidad en mi vida. Yo sé lo que quiero y por eso…

— Cuando me di cuenta de que podía ser quien yo quisiera… decidí ser yo mism@ y esperar.

Yo soy yo… y el día que deje de ser yo mism@, dejaré de existir porque habrá vencido la mediocridad de aquellos que creen que puedo adaptarme a cualquier cosa y no… yo no puedo, ni quiero adaptarme a “cualquier cosa”. Yo sé muy bien lo que quiero y puedo esperar.

Qué grandes son aquell@s personas que a pesar de todos los golpes que les pueda dar la vida… siguen siendo “ell@s mism@s”. Mi admiración a tod@s aquell@s que a pesar de que día a día parece más difícil andar… siguen dando pasos para conseguir llegar a donde quieren ir y sobre todo… mi respeto y admiración a todas aquellas personas que día a día luchan por sus sueños sin dejarse amedrentar por aquellos que lo único que quieren es tenerl@s bajo su yugo haciendo que se adapten a todo lo que por “casualidad” les llega haciendo que su vida sea una mentira de la cual cada día que pasa es más difícil salir.

Yo solo os pido una cosa… Ser vosotr@s mism@s. A lo mejor al principio perdéis amistades y hay personas que desaparecen de vuestro lado pero a la larga… quedarán aquell@s que de verdad os quieren porque aquellos que os quieren siempre estarán ahí para que podáis llorar en su hombro. Aquell@s que de verdad os quieren no aparecen solo en los buenos momentos para pasar un rato ni por casualidad en los malos…

Aquell@s que os quieren siempre están cuando se les necesita porque no se adaptan a todo… simplemente son quienes son. Con sus pocas virtudes y sus innumerables defectos.

“Qué grandes son aquellas personas que a pesar de ser juzgados por ser quienes son…

…no cambian para complacer a nadie”


«Tú mism@» es un texto original de 1331ocho registrado en SafeCreative con el número 1910302357193 y pertenece al Volumen 2 de Pensamientos… que nunca debieron salir de mi cabeza.

Imagen cara fondo logotipo 1331ocho by: John Hain



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La noche que conocí al Demonio

La noche que conocí al Demonio

Eran las tres de la madrugada cuando, harto del ruido y de las luces estridentes de aquel lugar, salí a dar una vuelta por las calles de mi cuidad. La noche tiene algo especial que me atrapa, no consigo entenderlo pero así es. De hecho… puede que me sienta más cómodo en la oscuridad que a la luz de todos, o quien sabe… puede que la luz queme todo aquello que soy.

Aquella noche cambió todo… no sé si realmente sucedió o si fue un sueño en una de mis innumerables noches sin dormir pero fuera lo que fuera, algo sucedió.

Paso tras paso iba deambulando sin rumbo fijo cuando sin darme cuenta tropecé y al levantar la mirada… allí estaba delante de mí esa figura estilizada y oscura tendiéndome la mano y ayudando a levantarme. Esa mano, fría como el hielo, tomó la mía con tal delicadeza que todo mi cuerpo se estremeció y empezó a sentir una paz como nunca había sentido. Ese frío iba traspasando cada una de las células de mi cuerpo hasta quedarme totalmente paralizado. Entonces me miró fijamente a los ojos y me dijo:

— ¿Sabes quién soy?

— No —le contesté.

No consigo saber si era el frío lo que paralizaba realmente mi cuerpo, si era el miedo o si era esa mirada penetrante cuando volvió a preguntar:

— ¿De verdad no sabes quién soy?

— No, lo siento —le volví a contestar— No te conozco. ¿Debería?

Entonces fue cuando me invitó a seguir caminando junto a él. Mis músculos se relajaron y comenzamos a andar en silencio. No había ruidos, ni siquiera se oían los pasos, solo mi agitada respiración.

En un momento dado se paró y preguntó:

— ¿Qué es lo que quieres?

Al principio no entendí la pregunta y tras unos momentos, simplemente le dije:

— Seguir caminando —y seguimos.

Poco a poco íbamos recorriendo esas calles iluminadas por farolas. De vez en cuando nos cruzábamos con alguien y él agachaba la cabeza como si no quisiera que le reconocieran o quien sabe… puede que para que yo hiciera lo mismo y los ignorara. De todas maneras, nadie nos miraba.

Caminamos durante horas o por lo menos eso creí yo hasta que me di cuenta de que andaba solo, fue una sensación muy extraña y turbadora. Aquella noche no había bebido ni me encontraba bajo la influencia de ninguna sustancia que pudiera alterar mi mente y sin embargo allí estaba yo, andando solo en la oscuridad de unas calles vacías y solitarias y así seguí, andando sin rumbo paso tras paso.

Crucé la calle y al llegar al otro lado, una voz alteró el silencio de la noche:

— ¿Te puedo acompañar en tu paseo?

Me di la vuelta y ahí estaba una mujer pálida y delgada.

— ¡Claro! —le dije— pero que sepas que no voy a ningún lugar. Solo ando.

— Perfecto —respondió ella, y empezó a andar junto a mí.

Tras un rato caminando en silencio, preguntó:

— ¿Sabes quién soy?

— No —le contesté, y seguimos caminando.

Ni siquiera recuerdo su rostro pero sí su voz. Una voz suave y delicada que empezó a hablar y a hablar sin parar hasta que en un momento dado paró sin ningún motivo. Al girar la cabeza para saber por qué había parado de hablar me di cuenta de que ya no estaba a mi lado. No sé decir en qué momento desapareció, solo que yo seguí caminando hasta que vi un banco en medio de una plaza y decidí sentarme a descansar un rato. Entonces fue cuando apareció aquel abuelo desaliñado que con voz grave me preguntó:

— ¿Puedo sentarme a su lado, caballero?

— Sí, ¿cómo no? — le contesté.

El abuelo se sentó sin decir nada más durante un rato, asintiendo con la cabeza mientras miraba al cielo hasta que volvió a susurrar:

— Hace años, desde aquí se podían ver las estrellas. Ahora, ya no.

Pasó un rato y me dijo:

— ¿Sabes quién soy?

— No —le contesté, y siguió mirando al cielo.

Una vez que había descansado un poco, me levanté y me despedí del abuelo. Él solo levantó su mano derecha para despedirse de mí y seguí caminando fijándome que tenía razón, no había ni una sola estrella en el firmamento y ni siquiera la luna había salido aquella noche. Tan solo las luces de las farolas y alguna que otra luz en las fachadas alumbraban una noche tan oscura como pocas veces había visto.

Andaba y andaba hasta que me encontré con un niño pequeño en medio de la calle. Me acerqué a él rápido diciendo:

— Pero chaval… ¿qué haces en la calle solo tan de noche?, ¿te has perdido?

El niño clavó sus ojos sobre mí y solo me dijo:

— ¿Sabes quién soy?

— No —le contesté— ¿Pero qué haces tú solo en la calle a estas horas?

— ¿De verdad no sabes quién soy? — volvió a preguntar, y desapareció.

En ese momento, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo al verme reflejado en el espejo de un escaparate de una tienda y sin darme cuenta me acerqué. Según estaba delante… el reflejo preguntó:

— ¿Sabes quién soy?

— Sí, eres yo —le contesté— ¿cómo puedes hablarme?

El reflejo desapareció del espejo y al rato “algo” me tocó la espalda y una voz dijo:

— ¿Ahora sabes quién soy?

— No puede ser —dije temblando— ¡yo no estoy muerto!

— ¿Quién ha dicho que estés muerto? —preguntó.

— ¿Estoy dormido?

— No lo sé —dijo la voz— ¿todavía no sabes quién soy?

— No, ¿quién eres? —pregunté gritando muy nervioso.

Nadie me contestó y seguí andando muy rápido, mirando hacia todos lados por si alguien me seguía, pero no. Nadie andaba por esas calles vacías y oscuras. Nadie volvió a estar a mi lado mientras caminaba. Sentía miedo y no podía parar de andar.

Miré el reloj y eran las 3:30 de la madrugada. No podía ser. No podían haber pasado tan solo treinta minutos desde que salí de aquel garito para dar una vuelta y no solo eso… seguía estando delante de la puerta de aquel local como si no me hubiese movido de allí. ¿Me estaba volviendo loco?

Cerré los ojos y al instante los abrí y al abrirlos estaba en casa, acostado en mi cama, mirando al techo de mi cuarto en medio de la oscuridad. La puerta cerrada a cal y canto y gente hablando en el salón.

Me levanté y al intentar abrir la puerta, no podía, parecía estar sellada. No conseguía encender la luz, tenía los ojos abiertos como platos pero no había luz. Al otro lado de la puerta se escuchaba la televisión encendida y al pegar la oreja a la puerta, solo conseguí oír:

— ¿Sabes quién soy?

Deprisa volví a la cama y me tapé la cara con las sábanas. Hacía mucho frío en mi cuarto y ahí fue donde le vi en la oscuridad. Estaba a mi lado, sentado a los pies de la cama riéndose de mí.

— ¿Ya sabes quién soy? —preguntó.

— No, ¡no lo sé! —contesté aterrado.

Dieron las 4:00 de la madrugada en el reloj. La luz se encendió como por arte de magia y fue entonces cuando me di cuenta de que la puerta estaba abierta, la tele del salón apagada y de que quien estaba sentado al pie de la cama era yo.

En ese momento fue cuando entendí que nuestros miedos, nuestros problemas, nuestros temores, nuestros rencores, nuestros odios y todas aquellas cosas que nos angustian son “Nuestros Demonios” y sí… el demonio existe y está en cada uno de nosotros. Aquella noche le conocí y resultó que el Demonio era yo.

“No todos los ojos cerrados duermen…

…ni todos los ojos abiertos ven”


«La noche que conocí al Demonio» es un texto original de 1331ocho registrado en SafeCreative con el número 1905070833284 y pertenece al Volumen 2 de Pensamientos… que nunca debieron salir de mi cabeza.

 


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Pasado, Presente… Futuro

Pasado, Presente… Futuro

”Tanto miré por mi futuro, que me olvidé de mi presente… convirtiéndolo en pasado”

A veces no somos conscientes de que los días pasan y de que lo único que realmente tenemos es el pasado. El presente es un instante que pasa con cada segundo y lo que verdaderamente es nuestro pasado.

El futuro no existe, salvo en ese instante anterior al presente y que cada día inexorablemente se convierte en eso… en pasado.

“Tengo que mirar por mi futuro”

Curiosa frase.

Hace tiempo, en el pasado leí esta frase y todavía resuena en mi cabeza. Todavía no consigo entenderla y menos aún los motivos por los que fue pronunciada pero así fue. Lo único que espero es que la persona que la escribió haya podido conseguir ese futuro que tanto ansiaba aunque no comparta la forma de llegar a él.

Yo me quedé anclado en ese pasado. Para mí sigue siendo presente porque no consigo entender el futuro sin aquello que un día me pidió tiempo. Y esa, por desgracia, es mi condena. Condenado estoy por las circunstancias de una vida que no me permite mirar al futuro sin llorar por mi pasado.

Condenado por no poder asegurar un futuro a mi pasado. Condenado por no tener aquello que algunas personas consideran primordial para vivir. Condenado por una distancia infranqueable entre mi pasado y la felicidad que me suponía tenerla todos los días presente. Condenado por su futuro…

Algún día, y puede que ese día nunca llegue, su futuro será presente y yo posiblemente seguiré siendo pasado porque el mañana no existe, el hoy es efímero y el ayer… el ayer es eterno y cada día que pasa es un ladrillo más en ese muro que resultó ser su “tengo que mirar por mi futuro”.

Lo peor de todo es que “su todo” fue, es y será mentira. Una más que se pudre en el universo de mentiras dichas por esa boca a la que tanto me gustaba escuchar. Podía pasar las horas muertas escuchando esa boca y precisamente eso fue lo que hizo… Mató aquello que parecía verdad con sus mentiras.

“Tengo que mirar por mi futuro”

Y lo hizo, vaya si lo hizo.

Buscó y buscó, y claro… casualmente encontró. Bueno, realmente creo que las casualidades no existen, las causalidades… sí y esa causalidad mató mi presente y me condenó al pasado donde convivo día a día con mis recuerdos y sus mentiras. No creo que le resultara difícil pues esa boca sabía mentir muy bien y esos ojos… Dios mío, esos ojos…

Yo sigo esperando, eso es lo único que hago… esperar con la esperanza de que su futuro algún día se acuerde de que un día tuvo pasado y que su pasado sigue aquí… esperando.

“Las casualidades No existen,

…las causalidades… Sí”

Y recuerda:

…destrozan presentes y los convierten en pasado para garantizar ese futuro por el que tú… tanto mirabas.

El problema es que ese futuro se basa en mentiras y las mentiras por muchas veces que se repitan… nunca serán verdad.


«Pasado, Presente… Futuro» es un texto original de 1331ocho registrado en SafeCreative con el número 1904210709083 y pertenece al Volumen 2 de Pensamientos… que nunca debieron salir de mi cabeza.

Imagen Bola-Manos by: Hans Benn


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Publicado por 1331ocho en Pensamientos, 0 comentarios